La intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, dio positivo de coronavirus y se convirtió en una nueva víctima de la pandemia. Se suma a los casos de Gustavo Menéndez, de Merlo, y Néstor Grindetti, de Lanús, que en la semana habían confirmado sus contagios.
Al igual que sus colegas, Mendoza se encuentra “en buen estado de salud y quedará cumpliendo el aislamiento, tal como lo indica el protocolo sanitario”, informaron desde la comunal.
“Como dijimos en más de una oportunidad, el virus no es culpa de nadie y cuidarnos es tarea de todos. Voy a mantenerme aislada durante un tiempo como indica el protocolo sanitario. Mientras tanto seguiremos trabajando desde casa por el bienestar de los vecinos y vecinas de Quilmes”, afirmó la intendenta quilmeña.
Por otra parte, el jefe de Gabinete, Alejandro Gandulfo; los secretarios Cecilia Soler, Alejandra Pietro, Alberto de Fazio, Ángel García y Claudio Carbone; y otros colaboradores cercanos tendrán que mantener aislamiento preventivo durante dos semanas ya que forman parte de sus contactos estrechos.
La multiplicidad de contagios en personas con responsabilidad en el manejo del Estado deja flotando una pregunta: ¿es necesaria tanta exposición en un momento en donde el virus circula con alta intensidad? ¿Tan importante es que los gobernantes, sean del nivel estatal que sean, se muestren en actividades que perfectamente podrían evitar?
El primero de los intendentes contagiados, y el que peor de todos hasta el momento la pasó, fue Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora, que por sus patologías previas (sufrió cáncer) requirió hasta una transfusión de plasma, dado que su cuadro se estaba complejizando en demasía.
Incluso la Unidad Médica Presidencial le recomendó al presidente Alberto Fernández que se aísle en Olivos y corte el contacto con personas que estaba realizando en diversas actividades a las que asistía.
Los médicos recomendaron al Presidente «restringir al máximo el contacto interpersonal»
