Impotencia, bronca y dolor fueron las sensaciones por las que atravesó E.R., una agente de la Policía Local de Ituzaingó que tiene 26 años y el miércoles 1 de julio prestó servicio hasta el mediodía, cuando debió retirarse porque “no podía más”.
Sentía mucho dolor en su cuerpo y la temperatura corporal era elevada. Sus compañeros comenzaron a llamar al sistema de emergencias municipal y, al no encontrar respuesta, la llevaron al Sanatorio del Oeste (ex Clínica Dávila), en el mencionado distrito. Luego de recibir las primeras atenciones la joven fue derivada a su domicilio en Libertad, partido de Merlo, ya que su obra social Ioma se encuentra suspendida por falta de pago al nosocomio.
E.R. vive en un barrio humilde, de calles de tierra, junto a su pareja y sus dos hijos. Sus ingresos apenas le alcanzan para llegar a fin de mes. Como tantas otras familias, cuentan con lo justo para atravesar el lapso entre un sueldo y el próximo.
Su vocación de servicio arrancó hace algunos años y es una apasionada de su trabajo. El mismo miércoles se trasladó hasta su casa por sus propios medios en transporte público y trató de mantenerse aislada de los chicos y su marid
Tenía 39 grados de fiebre, la tos aumentaba y el dolor en el cuerpo era insoportable. Como si eso fuera poco, ella tiene antecedentes asmáticos. Pero, por increíble que parezca, la oficial estaba más preocupada por una posible sanción por no asistir a su puesto que por su propia condición sanitaria, que a todas luces no era la correcta. De todas formas, Primer Plano Online pudo saber que el jefe de E.R estuvo en contacto con la agente de policía para conocer su estado de salud.
Sus compañeros, alertados por el cuadro que presentaba, llamaron al sistema de Salud municipal, también a la línea 148. Les confirmaron que “a la brevedad” llegaría la ambulancia. Pero el móvil blanco, desde el miércoles hasta el sábado, nunca llegó al lugar desde donde fue requerido.
El viernes a la noche pudieron comunicarse con la Clínica Provincial de Merlo y le asignaron turno para el lunes (hoy) por la tarde. Lo que se dice una eternidad. Entre la noche del viernes y la mañana del sábado pasado, 4 de julio, su cuadro se agravó por la falta de aire: le costaba muchísimo respirar.
El sábado a la mañana, E.R. sentía que le había llegado su hora, literalmente. Una de sus compañeras decidió pedir ayuda y tenía agendado a un vecino suyo, que sabe trabaja en política. Lo llamó al concejal Ezequiel Carrizo, de Juntos por el Cambio, quién intentó hablar con funcionarios de Ituzaingó, aunque no pudo localizar a nadie. Entonces tomó la decisión de comunicarse con el ministro de Desarrollo Social bonaerense, Andrés Larroque, a quién conoce hace varios años.
El funcionario provincial se comprometió a solicitar inmediatamente que un móvil del sistema de Emergencias de la Región Sanitaria Vll se dirija a la casa de la joven policía. Finalmente, dos horas después de ese llamado, la ambulancia llegó y E.R. fue atendida por los médicos e hisopada. El resultado fue negativo, pero al continuar un poco mejor, todavía con síntomas, le van a realizar nuevamente el testeo.
El sábado por la noche, E.R. fue llamada por Pablo Fernández, subsecretario de Planificación Comunitaria del Ministerio de Seguridad provincial, para interiorizarse por su salud y trasladarle tranquilidad. La chica sigue en su casa, aislada, esperando que pase su cuadro y a la espera de más estudios.