Los lectores de Primer Plano Online ya están acostumbrados a que este medio publica, además de los hechos de la realidad diaria, historias que de sólo conocerlas provocan emociones encontradas. El viernes pasado, éste medio informó sobre una dramática secuencia que se produjo en la esquina de Almafuerte y Máximo Paz, en Castelar, donde un micro de la Línea 136 detuvo abruptamente su marcha y rápidamente descendieron sus pasajeros, entre ellos una mujer que pedía auxilio con una pequeña en brazos. La beba, de 9 meses, había dejado de respirar.
Capacitado para enfrentar situaciones de emergencia en donde la vida corre riesgo, Diego Larrosa tomó a la niña, constató que efectivamente no respiraba y que su piel tenía color morado. Por lo tanto se decidió a actuar y puso en práctica sus conocimientos. Lo que le practicó a la pequeña Luna, involuntaria protagonista de la desesperante secuencia, fue lo que se conoce como maniobra de Heimlich, que es un procedimiento de primeros auxilios con el cual se ejecuta una compresión abdominal para desobstruir el conducto respiratorio, normalmente bloqueado por un trozo de alimento o cualquier otro objeto.
En el caso de la beba lo que tenía era signos de atragantamiento y estaba inconsciente. En un primer momento, al aplicar la técnica, la chiquita expulsó mocos y leche, pero luego de esa primera acción no lograba respirar. Entonces el efectivo la dio vuelta y comenzó a darle masajes fisiológicos, con palmadas de arriba hacia adelante y un dedo en la boca de la beba, para que aquello que obstruye el conducto pueda ser expulsado. Recién ahí Luna pudo empezar a respirar por sí sola.
“Tuve mucha suerte de estar ahí en ese momento”, reflexionó Larrosa en diálogo con Adrián Noriega en el programa periodístico Primer Plano. El joven agente pertenece a la Policía Científica, delegación Morón, tiene 34 años y hace 5 forma parte de la fuerza. Es papá de cinco hijos (cuatro nenas y un varón) que a partir del hecho lo consideran como “un superhéroe”.
Diana Bogado, la mamá de Luna, lo calificó como “un ángel al que le estaré agradecido toda la vida”. La chiquita, más allá del traumático episodio, se recupera, ya en su casa, con controles médicos de rutina y neurólogo para poder determinar lo que ocurrió y si quedó algún efecto en su salud.
