Aunque les cueste creerlo, los vecinos del barrio lindero a la fábrica de gelatinas medicinales Rousselot, en Villa Tesei, están convencidos que ganaron la batalla contra la multinacional. Después de más de cuatro décadas de padecer olores nauseabundos en la zona y enfermedades, finalmente el proceso productivo de la empresa se acabó y, con esa decisión, el drama llegó a su fin.
“Hasta las flores y los árboles tienen un brillo que nunca vimos”, le dijo a Primer Plano Online Oscar Cragno, uno de los abanderados de las protestas contra la firma. Es que luego de padecer las derivaciones de una producción a cielo abierto en piletones enormes, cuya contaminación alcanzaba varias cuadras alrededor, la clausura preventiva que decidió el Gobierno Municipal no pudo ser revertida por la empresa de capitales extranjeros, que bajó los brazos cuando se encontró que las exigencias que le pusieron tanto desde la intendencia como desde la Provincia de Buenos Aires eran imposibles de cumplimentar.
“Hay un patrullero de manera permanente en la puerta de la fábrica. Los yuyos crecieron hasta un metro y medio de altura en el sector de los piletones, que están secos totalmente. No vemos movimiento ni de entrada de autos ni nada. Me da la impresión que, después de 40 años, ganamos la batalla por nuestra calidad de vida”, agregó Cragno en conversación con este medio.
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A partir del cierre del proceso productivo, lo que las autoridades de Rousselot deben solicitar al Municipio es el cambio de habilitación de la planta, para que pase a ser definitivamente depósito y logística. En la actualidad una de las entradas a la empresa (sobre Poeta Risso) está habilitada para ese fin (depósito), pero no así la clausurada sobre la Avenida Vergara. “Ese trámite todavía no fue iniciado”, confirmaron fuentes municipales.
Asimismo, la empresa funciona con poca gente, que está dedicada a expedición y logística del material que importa desde su planta en Santa Fe y otra en Brasil. Según pudo saber Primer Plano Online, los 87 empleados despedidos a fines de abril fueron indemnizados con una cifra muy importante en pesos, que cada uno ya percibió con la venia del sindicato de Trabajadores de Industrias Químicas y Petroquímicas.
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Tanto desde el Municipio como desde la comisión de vecinos reconocieron que las conversaciones con los responsables de la multinacional están cortadas. “Hay diálogos tensos, que desde el punto de vista institucional se remiten estrictamente a las exigencias que deben cumplir para seguir operando dentro de la ley”, explicó otra fuente del Gobierno de Hurlingham, que cerró: “no hay más olor porque el desastre era el proceso productivo. Para nosotros es un caso cerrado: la fábrica no va a volver a producir”.