Elisa Movio es monotributista y tiene, desde hace un tiempo, una agencia de remís en Alem y Lobos, de Castelar. Con ese trabajito, que les demandó junto a su esposo la inversión de los ahorros de años, tiraban y daban empleo a catorce conductores, que se ganaban el pan diario manejando durante varias horas.
Pero desde que se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus en todo el país, Remises Gala permanece cerrada, como todas las otras agencias del rubro. No pueden trabajar, y las reservas que tenían en casa se agotaron. “Ya no sabemos qué hacer”, le cuenta Elisa Movio a Primer Plano Online desde su casa, donde se encuentra esperando el paso del tiempo.
Además de ya no contar con dinero para el día a día, las deudas se acumulan. No tiene forma de hacer frente a los $9 mil de alquiler del local y de los $8 mil de su vivienda. Para peor, averiguó si estaba calificada para acceder a los $10 mil que el gobierno pagará en concepto de Ingreso Familiar de Emergencia y tampoco. Sin recursos y sin la mano del Estado, la familia atraviesa un momento de angustia.
“Queremos trabajar aunque sea con horario reducido. Encima teníamos cuatro líneas de teléfono en la agencia y sabemos que nos las van a cortar porque no podemos pagarlas. Estamos en una situación desesperante y pedimos que alguien nos brinde alguna solución”, agregó Elisa.
Como este matrimonio propietario de la agencia de remís hay cientos de vecinos y vecinas que no logran asomar la cabeza en medio de la emergencia sanitaria. Y que saben, que de continuar la cuarentena, como todo indica ocurrirá, se vienen momentos de desesperación frente a la escasez económica y de insumos básicos para vivir.