El cadáver de Guadalupe Ezeiza, la niña de ocho años que fue hallada asesinada y con parte de su cuerpo calcinado en la casa de su primo, en la localidad de Roque Pérez, presentaba “fuertes traumatismos de cráneo por una serie de golpes recibidos en la cabeza y también en el rostro”, según reveló un informe preliminar de la autopsia, que también arrojó la conclusión de que la causa de la muerte de la chiquita “fueron las quemaduras que dañaron sus órganos vitales”.
Asimismo, los investigadores, que se mostraron conmocionados por el caso, consideraron que la víctima sufrió quemaduras en la zona genital, lo que borró las potenciales pruebas que podían obtenerse para acreditar si se consumó una violación o un ataque sexual.
Por su parte, el imputado Sergio Ramón Oliveira (22), quien practicaba boxeo, se negó a declarar hoy ante la fiscal de la causa, Patricia Hortel, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) descentralizada de Saladillo, que lo acusa del delito de «homicidio calificado». Es más: se confirmó hace instantes que el femicida quiso generar un incendio mayor en su casa para borrar toda evidencia del crimen con una garrafa que no llegó a explotar pero había sido colocada cerca de las brasas donde calcinó el cadáver de la víctima.
Todo comenzó en la noche del domingo, cuando la madre de la niña se presentó en la comisaría de Lobos, ubicada unos 98 kilómetros al sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para denunciar que su hija Guadalupe no había regresado a su casa. La denunciante explicó a los pesquisas que Olivera había pasado por su casa, situada en la calle Angueira y 237, de Lobos, para llevar a su hija a un cumpleaños y que ella le dio su consentimiento para que fuera.
Al parecer, el hombre debía pasar a buscar por la casa de otro familiar a su propia hija, de una edad similar a la de Guadalupe, y llevar a ambas niñas juntas a la fiesta de cumpleaños, lo que nunca se concretó, detalló a Télam una fuente judicial con acceso al expediente. «Aparentemente era habitual que las dos niñas pasaran tiempo juntas pero no que la víctima se quedara a solas con su primo», explicó el vocero consultado.
Mientras la Policía inició la búsqueda de Guadalupe en base a los datos aportados por la madre, Oliveira se presentó en la casa de un familiar en la vecina ciudad de Roque Pérez, con una crisis nerviosa. «Me mande una cagada, por la nena no pude hacer nada», dijo el ahora imputado a uno de sus familiares.
Ante esta situación, los efectivos se dirigieron a la casa de Oliveira, situada en avenida Yrigoyen al 1200, de Lobos -a unas 20 cuadras del domicilio de la víctima-, y allí constataron que el inmueble estaba cerrado con llave y que nadie atendía. Al ingresar a la vivienda, los policías hallaron el cadáver calcinado de Guadalupe, sentado contra una pared, sobre unas brasas, detallaron los informantes.
En la casa del acusado, los peritos levantaron una serie de rastros que indicarían que el agresor quemó aparte algunas de las prendas de vestir de la niña y también un pantalón suyo, al tiempo que secuestraron unos guantes de boxeo. A su vez, los médicos forenses determinaron que había signos de defensa en los miembros superiores de la niña, otro indicio que refuerza la hipótesis del abuso sexual como móvil del crimen y que coincide con los rasguños que los peritos encontraron en el cuerpo del ahora acusado, añadió la fuente judicial.
Paralelamente, en la escena del crimen, los peritos no hallaron signos de la presencia de una tercera persona, por lo que todas las sospechas de los investigadores apuntan únicamente al detenido. En la instrucción de la causa interviene también personal de la Ayudantía Fiscal de Lobos, a cargo de Gisela Dupraz.