Los investigadores del homicidio de Sandra Judith Viviano, la docente asesinada el sábado último de un tiro en la cabeza durante un intento de robo en Haedo, intentan determinar si antes de cometer ese crimen la misma banda asaltó en un raid delictivo a un fiscal en el partido de La Matanza y luego a un comisario en Morón.
El fiscal a cargo de la causa, Fernando Capello, indagó ayer a los tres sospechosos que quedaron detenidos por el caso y les imputó esa seguidilla de asaltos cometida en la zona. Según la principal hipótesis, existe un cuarto hecho que es investigado y que se trata de un robo al fiscal Eduardo Castelli, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 1 de La Matanza, cometido la noche del viernes último, cuando el funcionario judicial regresaba de cenar junto a su mujer y otras dos parejas amigas, en el barrio Don Bosco de la localidad de Ramos Mejía.
Castelli y las otras cinco personas iban caminando cuando fueron interceptados por un auto del que descendieron tres hombres que mediante amenazas con armas de fuego les robaron sus pertenencias y luego huyeron. Tras el asalto, el propio fiscal Castelli realizó la denuncia ante la UFI de turno en el Departamento Judicial La Matanza. Siempre en base a la investigación del fiscal Capello, la banda se trasladó luego a la vecina localidad de Villa Sarmiento, en Morón, donde intentaron robarle a un comisario de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que llegaba a su casa a bordo de su auto.
Una fuente de la investigación señaló que el jefe policial advirtió movimientos sospechosos de un vehículo que se movilizaba detrás suyo y que cuando él entró el auto al garaje se detuvo frente a su domicilio. Sin embargo, como el comisario llegó a guardar rápido el auto y también a cerrar el portón del garaje, los ocupantes del vehículo sospechoso se fueron sin ejercer amenazas ni violencia.
La pista que sigue el fiscal Cappello apunta a que después de esos dos hechos, la misma banda cometió el crimen de Viviano, en Directorio al 500 de Haedo, y de allí huyeron unas 20 cuadras hasta la esquina de Emilio Mitre y Chassainge, en Villa Sarmiento, donde le robaron a un joven de 24 años su Volkswagen New Beetle con el que finalmente fueron detenidos en Ciudadela.
De los cuatro sospechosos que inicialmente fueron aprehendidos por el crimen de la docente, sólo tres quedaron formalmente detenidos y uno de ellos -César Leiva (38)- ya fue liberado por decisión de la fiscalía. Los tres imputados que siguen presos fueron identificados por la Justicia como Luciano Leguizamón (20), Walter Leiva (24) y Natalia Pires (20), quienes ayer se negaron a declarar en sus respectivas indagatorias antes el fiscal Capello, quien los acusó del intento de robo al comisario, del homicidio de la docente y del robo del New Beetle.
JUDITH, DOCENTE DE CHICOS DISCAPACITADOS
A medida que pasan las horas el dolor crece en el barrio por un crimen inexplicable, que causó profunda tristeza entre los vecinos. Y se conocen detalles de la historia de vida de la mujer asesinada que dimensionan aún más esa pérdida.
Hace más de 22 años que Judith Sandra Viviani (52) era docente de alumnos discapacitados en el Instituto Enrique Próvolo, de Caballito. Cientos de chicos pasaron por sus aulas y ayer invadieron las redes sociales con anécdotas, recuerdos, agradecimientos y mensajes de aliento para su familia, después de que se conociera su brutal muerte.
La docente había ido a buscar a su hijo menor, Agustín (16), a una fiesta. Alrededor de la 1.45 de la madrugada del sábado, al detenerse en la puerta de su casa de Directorio al 500, fueron sorprendidos por tres ladrones armados que llegaron al lugar en un Citroën C3 negro. Ella alcanzó a gritarle a su hijo para que corriera y se refugiara adentro. Forcejeó con los asaltantes, no se sabe si para resistirse al robo de su Renault Duster o si para impedir que entraran a su casa. El resultado fue fatal: le dispararon en la nuca y escaparon sin llevarse nada.
“¡Con mi mamá no!”, fue el grito desesperado de su hijo que los vecinos escucharon en medio del asalto. Cuando sonó el disparo corrieron a asistir a la mujer. Ya estaba muerta.
Los vecinos de Judith ayer contaron a los medios de comunicación que invadieron el barrio que la zona se convirtió en uno de los “preferidos” de los asaltantes para cometer entraderas violentas y robarse autos, “porque usan la avenida Gaona como vía de escape”. En la mayoría de los casos los ladrones están armados y aprovechan la poca circulación de las calles internas para poder actuar. Los vecinos advierten que en la comisaría de Haedo los desalientan a realizar las denuncias, por lo que muchos desisten de hacerlas.
“A una de cada tres familias de esta cuadra le robaron el auto o en la casa en el último tiempo”, calculan en el barrio, cansados de ser foco de los delitos. A 20 cuadras de donde mataron a Viviani, en octubre, ya habían asesinado a Miriam Coppolillo, una mujer que salía a cenar con su familia para festejar el cumpleaños de su marido veterinario, en El Palomar.
Hace poco más de dos años que Jorge Pedroso, el marido de Judith, había fallecido de un infarto. Junto a él tuvo a sus hijos Sebastián (19) y Agustín (16), a quien acompañaría a su viaje de egresados con otras mamás del colegio. Su esposo tenía otra hija más grande, pero la joven vivía con su madre, aunque tenían un vínculo cercano.