A Jorge le robaron el auto el pasado 4 de agosto. A punta de pistola, tres delincuentes lo abordaron en la intersección de Castelli y Maza, de Morón. Lo amenazaron, obligaron a que se baje y le llevaron el Chevrolet Prisma color bordó de su propiedad.
“Estás puesto. Quedate quieto y con las manos en la cintura porque te quemo”, le espetó uno de los atacantes que subió a su rodado por la puerta trasera mientras sus dos cómplices ocuparon las butacas delanteras. Después de revisarlo y palparlo para constatar qué tenía en su poder la víctima, le quitaron la billetera, el celular y lo que más preocupó al vecino: las llaves de su casa, que tenía en uno de los bolsillos de la campera.
Hasta las cercanías de la vivienda familiar se acercaron los malvivientes, pero la rápida intervención vecinal impidió que ingresen, tal cual era su plan inicial. Así, luego de hacer la denuncia, un conocido le avisó a Jorge que vio su coche estacionado en la clínica Agüero, de Morón. ¿Lo dejaron para enfriar? Es la principal sospecha. Con un duplicado de la llave de ignición, el vecino puso en marcha el vehículo y lo trasladó hasta la comisaría 1ª de Morón para avisar del hallazgo. Lo estacionó en la puerta e ingresó para realizar el trámite.
El tema es que cuando el dueño del rodado se retiraba de la seccional, en donde le dijeron que debía aguardar la llegada de personal de la Policía Científica, se encontró con que el auto no estaba: se lo habían vuelto a robar. Según se pudo reconstruir con cámaras de seguridad, fue uno de los tres delincuentes que lo había asaltado quien llegó a la dependencia, puso la llave y se lo llevó, como si nada.
“El auto desapareció y estaba en custodia. Se lo robaron a la Policía de la puerta de la comisaría”, recalcó Jorge. Lo que la víctima no puede explicarse aún hoy es cómo fueron a buscar el auto a la seccional y se lo robó nuevamente. ¿Alguien le avisó? ¿Hubo complicidad o simplemente intuición delictiva? Mientras todo esto pasaba la familia cambió todas las combinaciones de las cerraduras en su casa y los vecinos aportaron datos clave para dar con parte de la banda.
Y acá el otro capítulo tanto o más increíble de esta historia. Por testigos los investigadores lograron determinar que uno de los ladrones había sido Jorge Mauricio Pérez (22), alias ‘Tito de Morón’. No hubo muchos más elementos que el reconocimiento hecho por personas que lo conocer y afirmaron ante la Policía que él fue uno de los atacantes. No había, en rigor, porque con el paso de los días saltó la ficha.
‘Tito’ estaba con arresto domiciliario (libertad asistida) y controlado por una tobillera electrónica a las órdenes del Juzgado de Primera Instancia en lo Penal Juvenil Contravencional y de Faltas Nº 3 del Fuero Penal Contravencional y de Faltas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El 14 de diciembre de 2020, el malviviente había sido condenado a tres años de prisión de ejecución condicional por el delito de robo agravado por el uso de arma cuya aptitud para el disparo no se tuvo por acreditada.
Así, la tobillera que monitorea sus movimientos registró lo que ‘Tito’ hizo aquella noche y la prueba fue inapelable: fue uno de los atacantes de Jorge. “Quedó marcado en el GPS su presencia en el lugar del robo y luego en cercanías de la casa, a donde se dirigió la banda para intentar ingresar”, describió una fuente de la investigación.
El delincuente fue detenido en las últimas horas luego de los allanamientos solicitados por la Fiscalía Nº 5 de Morón, a cargo del fiscal Claudio Oviedo. Lo detuvieron en su casa de la calle French al 1300, de Morón, y quedó imputado por el delito de robo agravado por el uso de arma de fuego cuya aptitud para el disparo no puede tenerse por acreditada. Como es reincidente, su pena por el hecho será en este caso de cumplimiento efectivo. Mientras, buscan al resto de los implicados.
Hace instantes, en conversación con Primer Plano Online, Jorge confirmó que su auto nunca más apareció y que ayer viernes presentó ante el seguro los papeles para darlo de baja.
