Existe evidencia universal de que cuando padre y madre de una criatura presentan exceso de peso, cerca del 80% de los hijos e hijas desarrollan obesidad. Se acaba de aprobar en la Argentina la indicación del uso de Liraglutida para el descenso de peso en personas a partir de los 12 años de edad con obesidad en combinación con una nutrición saludable y mayor actividad física.
“Esta medicación ya estaba disponible desde 2018 en nuestro país para su uso en adultos, desde los 18 años, pero ahora recibió esta nueva autorización para ser indicada en adolescentes, un grupo en el cual son escasas las herramientas para abordar una enfermedad tan compleja como la obesidad. Existía una clara necesidad de mejores estrategias terapéuticas”, sostuvo Enrique Berner, médico pediatra, jefe del Servicio de Adolescencia del Hospital Cosme Argerich, consultado por Primer Plano Online para este informe.
Desde una definición técnica, Liraglutida es un análogo del péptido-1 similar al glucagón, que tiene un 97% de similitud con el GLP-1 humano, que es una hormona que el organismo produce y libera en el intestino ante la ingesta de alimentos y actúa sobre los receptores del cerebro que controlan el apetito y la saciedad.
“En personas con sobrepeso y obesidad, la administración de este análogo del GLP-1 mimetiza el mecanismo natural que se produce en el cuerpo humano, promoviendo más saciedad y control del apetito, lo que resulta en una menor ingesta de alimentos y la consecuente pérdida de peso”, detalló por su parte Miriam Tonietti, presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición.
En los últimos 20 años, la prevalencia global de obesidad en niños y adolescentes se duplicó pasando de uno en diez casos a uno en cinco. Más de 124 millones de niños, niñas y adolescentes tienen obesidad en el mundo y se calcula que hasta el 90% de los adolescentes con obesidad posee altas chances de perpetuar su enfermedad en la adultez, con riesgo aumentado de desarrollar antes de tiempo complicaciones asociadas al exceso de peso, tales como enfermedad cardiovascular o diabetes tipo 2.
La obesidad está asociada al desarrollo de más de 60 condiciones de salud potencialmente severas. Además, hoy se sabe que incrementa el riesgo de complicaciones por COVID-19, incluyendo la necesidad de hospitalizarse. “Esta realidad hace necesario un abordaje, desde las etapas más tempranas, del cuidado del peso corporal y esta medicación puede contribuir al manejo de la obesidad en el marco de un programa integral y personalizado”, agregó Berner.
En la interpretación del profesional, erróneamente suele asociarse la obesidad con la falta de voluntad, dado que en rigor se trata de una enfermedad crónica, progresiva y multicausal, en cuyo desarrollo intervienen mecanismos biológicos y hormonales, la genética, lo conductual, el estilo de vida, el entorno, aspectos socioeconómicos y el manejo de emociones.
“El tratamiento de la obesidad requiere del soporte familiar en su conjunto, así como también la participación de un equipo multidisciplinario de salud, pero, sin lugar a dudas, si van a utilizarse medicamentos de prescripción, se requiere que estos sean indicados por un médico que haga luego un seguimiento del paciente en el tiempo”, subrayó Tonietti.
La aprobación de la indicación en adolescentes de la sustancia está respaldada por la evidencia que arrojó un estudio de fase III publicado en The New England Journal of Medicine, que midió durante 56 semanas el efecto de liraglutida contra placebo en 251 adolescentes de entre 12 y 17 años, junto con 12 semanas de terapia sobre hábitos de vida, que incluyó educación nutricional y la realización de actividad física orientada a la pérdida de peso, además de 26 semanas de seguimiento posteriores a la finalización del estudio. El objetivo principal era evaluar cambios en el índice de desvío estándar del IMC (índice de masa corporal) a la semana 56.
Los resultados demostraron beneficios significativos en ese indicador en quienes recibieron la medicación, así como reducciones del índice de masa corporal y del promedio de peso corporal, entre otros parámetros. El perfil de seguridad evidenciado en el estudio fue consistente con lo visto en investigaciones en adultos. Los efectos adversos más frecuentes fueron reacciones gastrointestinales, incluyendo náuseas, vómitos y diarrea.