“Decidí empezar a cocinar y puse un cartelito en la puerta, que invitaba a quien necesitara un plato de comida se acerque. Empezamos con tres personas que vinieron la primera noche y ahora hay una fila, que llega hasta las 150 personas”.
Patricia es una de las promotoras de una idea que destila solidaridad, pero sobre todo un fuerte amor por el prójimo. Ella integra un grupo de diez hombres y mujeres, entre familiares y amigos, que una noche dio el puntapié inicial, con la llegada de la pandemia, para colaborar con quienes peor la pasan.
Lo que hizo fue un acto simple, de puro altruismo. Colocó un cartel escrito a mano en letras verdes, sobre una pizarra celeste, en la puerta de su casa de la calle Salado al 900, entre Bedoya y Edison, en Isidro Casanova. Decía: “si necesitás un plato de comida te espero 20.30. Traé un Tupper”. Fue el comienzo de una experiencia que define como “increíble”. Arriba mantiene la bandera argentina.
“Primero lo pusimos en Facebook y luego lo empezamos a hacer en persona acá en casa. Pero lo que pasó es que no damos abasto: estamos dando cerca de 150 raciones todas las noches y es mucho, no podemos cubrir la demanda”, explica Patricia en conversación con Primer Plano Online.
Por verse superados en lo que pueden ofrecer se contactaron con Desarrollo Social del Municipio de La Matanza, pero la respuesta que recibieron fue insólita. “Nos dijeron que en esta zona figuran muchos comedores. Pero no hay ninguno abierto y somos nosotros los que estamos dándole de comer a la gente”, explicó.
Lo que cocinan lo consiguen con recursos propios, con lo que alcanzan vecinos solidarios que aportan mercadería. Pero ellos mismos saben que escasean ahora las posibilidades de mejorar la alimentación de quienes se acercan y les preocupa dejar de atender tanta necesidad que perciben a su alrededor. Por eso piden una ayuda institucional.
“La gente camina hasta 20 cuadras para venir a buscar una vianda”, sintetiza Patricia como para dejar en claro lo indispensable de esa tarea de cada noche, que están dispuestos a seguir llevando a cabo, pero para la cual también requieren de apoyo.
LA LARGA FILA QUE SE ARMA CADA NOCHE: