Desde que falleció su esposo, Graciela Zungri se dedica a ir casa por casa de personas enfermas que esperan la comunión. Es decir, ayuda a quien lo necesite a aferrarse a la fe para superar situaciones adversas.
Lo hacía, hasta hace unas horas, en su bicicleta roja con dos ruedas traseras para tener mayor estabilidad y un canasto de reja con base de madera que le otorga comodidad para llevar sus cosas.
Pero el viernes pasado se encontró con la desagradable sorpresa que, al salir de una de las casas a las que acudió, le habían robado el rodado. Fue en la intersección de San Martín y Matheu, de Lomas del Mirador, en La Matanza, y su hija hizo un posteo con un mensaje que se empezó a viralizar por la impotencia que provoca un delito de tan baja estofa.
“Me siento triste, pero en paz por todo el cariño y el amor de una comunidad”, le contó Graciela a Primer Plano Online. Si bien sigue pidiendo que le devuelvan la bicicleta, se vio superada por los abrazos cibernéticos que recibe a raíz de su prestación por el prójimo.
Sin embargo, dejó una frase maradoneana en época de euforia mundialita. “Me cortaron las piernas porque era lo único que tenía desde que falleció mi esposo, que es quien me llevaba a visitar a los enfermos para llevarles la comunión”, concluyó.
Demás está decir que si alguien la ve o se entera que la están vendiendo por redes sociales por favor se lo haga saber a su cuenta de Facebook, en la que se encuentra identificada con su nombre y apellido real.