Son muchas las causas: más de 8 mil en una sola fiscalía. Es real que tienen diferentes dimensiones, porque en manos de Paula Hondeville recayó tanto la masacre de Hurlingham perpetrada por el chacal Diego Loscalzo como una denuncia por insultos que recibió una mujer en su casa por parte de su ex pareja. Desde crímenes aberrantes hasta gritos, golpes o cualquier otra forma de violencia física, psicológica o verbal forman parte del varieté de casos que se inician y que ameritan la intervención de la funcionaria judicial.
“Con las fiscalías especializadas se está dando otra respuesta a las mujeres que así lo requieren”, reflexiona Hondeville. “Hay dos fiscalías, con tres fiscales en cada una de ellas, pero es una cuestión matemática: no damos abasto. Somos 17 personas trabajando y sólo en mi fiscalía hay más de 8 mil causas. Evidentemente es imposible”, agrega, pero reivindica cada uno de los avances que la problemática de la violencia de género recibió en los últimos años en cuanto a su visibilización.
La fiscal valoró el aporte realizado por los Municipios de Morón, Hurlingham, Ituzaingó y Merlo, el área de influencia de la fiscalía a su cargo, y consideró que, junto a las líneas telefónicas exclusivas para denunciar casos de violencia de género se trata de “herramientas que suman”. “No son cien por ciento eficaces, y falta mucho. Pero también es mucho más que lo que teníamos hace tiempo atrás”, consideró.
EL CASO LOSCALZO
Ya en una explicación técnica de la investigación sobre la masacre de Hurlingham, en la que el chacal Diego Loscalzo asesinó a su mujer, Romina Maguna, y a otros cinco integrantes de esa familia, incluido un bebé por nacer, la fiscal Hondeville explicó las diferencias que se deben tener en cuenta a la hora de hablar de femicidio.
“Había mucha ansiedad en que se lo califique como femicidio, pero se necesitan algunas comprobaciones que sólo se dan en el marco de una investigación. Cuando se constató que en el marco de la pareja había violencia de género, entonces se cambió la tipificación legal”, graficó.
“Tiene que estar presente la desvalorización de la mujer, esta situación de inferioridad de condiciones por su calidad de mujer, por su género. Eso no siempre se da. Un episodio aislado de violencia doméstica en el que termina muerta una mujer no implica per sé necesariamente un femicidio”, finalizó la funcionaria judicial.