Walter ‘Cacho’ Ramos era definitivamente un médico de los que ya no abundan. Aunque en sus años como doctor no existía el celular, era un profesional ubicable a toda hora, que trabajaba incansablemente y postergaba lo que fuera por sus «pacientitos», como él los denominaba.
Caminaba diariamente desde su casa ubicada en la calle Montes de Oca de Castelar centro hasta el consultorio médico de Paysandú al 900 en Ituzaingó. Adoraba sus paseos a pie; una actividad que siguió practicando hasta sus últimos días.
Allí atendía la incesante fila de niños que llegaban a diario con sus padres por dolencias de todo tipo que él sabía curar, transmitiendo una tranquilidad que no tenía precio. Trabajaba de lunes a lunes –feriados incluidos- y hacía visitas a domicilio acompañado en su Ford Falcon amarillo por su perro Bartolo. Iba con sus elementos de trabajo pero no necesitaba portar la historia clínica de sus pacientes -ya que cuentan- conocía y recordaba de memoria las particularidades de cada uno de ellos.
Para los más pequeños Cacho era un superhéroe que los sorprendía en su consultorio con trucos de magia, haciendo aparecer caramelos Sugus por detrás de sus orejas y desplegando una capacidad asombrosa para que los dolores desaparecieran durante el trascurso de la consulta.
El doctor Ramos nació en San Cristóbal, barrio que dejó cuando se recibió de médico y a poco de casarse con Graciela. La joven pareja decidió establecerse en Ituzaingó, donde en aquellos tiempos instalaron su hogar y el consultorio pediátrico.
Hincha fanático de Independiente, seguía a rajatabla decenas de cábalas, que cuando no funcionaban para ver a su equipo victorioso, lo hacían desaparecer de escena por horas.
Junto a Graciela tuvieron cuatro hijos: Patricia, Guillermo, Verónica y Natalia. Todos ellos, juntos a yernos, nueras y nietos, sienten por estas horas el dolor por la pérdida de Cacho, un hombre al que amaron y que extrañarán enormemente, pero que dejó en cada uno su legado y el orgullo de haber sido parte de la vida de este hombre íntegro, amado y respetado por toda una comunidad que lo recordará por siempre.
¡Qué descanse en paz doctor Ramos! Se lo merece tanto, tanto.