Esteban Rubén Caamaño está preso desde el 26 de agosto del año pasado. Lo acusan, según el expediente judicial, de tenencia ilegal de estupefacientes con fines de comercialización. Pero detrás de la historia de este chofer de la Línea 216 con 22 años de servicio y “un legajo intachable”, según la descripción de su familia, hay una pelea a golpes con un vecino, dos yernos del hombre que reconocieron que las sustancias les pertenecían a ellos y que estaban en las habitaciones que compartían con sus novias, y una causa que está siendo revisada por la Cámara de Apelaciones de Morón.
Según pudo saber Primer Plano Online con fuentes judiciales, todo comenzó el 22 de agosto de 2020, cuando el colectivero se peleó con un vecino que vive justo enfrente de su casa, sobre la calle Zabaleta al 500. ¿El motivo? El acoso permanente que el sujeto ejercía contra una de sus hijas, con la que pretendía tener una relación, según describió a Primer Plano Online Gabriela, la mujer del chofer. “Estaba obsesionado con una de mis hijas. Nos amenazó que nos iba a mandar a la Policía y con gente de la política, hasta incluso nombró al intendente Menéndez. Pero mi hija siempre le cortó el rostro y él se ponía pesado. Tenemos capturas de todos los mensajes que le mandaba”, explicó.
Si bien su hija tiene 23 años, el ensañamiento con ella arrancó cuando la chica era menor de edad. Aquella noche, el cúmulo de años derivó en una reyerta que arrancó con insultos y terminó en golpes de puño, en la que el actual novio de la joven le mordió la oreja Leonardo Gastón Míguez, el sujeto en cuestión. Luego de que todo terminó, dos días después, ese vecino radicó la denuncia por lo sucedido, y agregó que en esa vivienda también se vendían drogas. Pero apuntó con sus dichos a Caamaño, y hasta contó que lo atacaron con un arma de fuego.

Cuatro días después del hecho, la Policía obtuvo una orden judicial para realizar un allanamiento en la vivienda del chofer. La emanó el juez de Garantías Nº 1 de Morón, Alejandro Lago, luego del pedido hecho por la UFI Nº 9. Efectivamente en la vivienda incautaron en distintas habitaciones “y de manera fraccionada” dos cigarrillos “de sustancia vegetal de color verde”, dos envoltorios de papelillos con idéntica sustancia, un envoltorio con una sustancia pulverulenta de color blanco de 0,1 gramos, un vaso de metal con veinte envoltorios de nylon de color blanco, y una sustancia pulverulenta de color blanco en su interior que pesaba 3.4 gramos, además de 38 recortes de nylon. Eran marihuana y cocaína que los yernos de Caamaño reconocieron eran para consumo personal.
Desde ese día del hallazgo el colectivero esté preso. A lo largo de este año de investigación hubo una declaración en su contra durante la causa que luego fue cambiado. Pero, para el juez Lago, hay elementos que le permiten inferir que Caamaño es responsable de los delitos de lesiones leves en concurso real amenazas agravadas por el uso de armas, tenencia ilegal de estupefacientes con fines de comercialización y tenencia ilegal de arma de fuego de uso civil. Con él también está preso Nicolás Emanuel Díaz, su yerno, como coautor.
En el allanamiento a la vivienda de Caamaño la Policía incautó una escopeta marca CBC calibre 28, que Gabriela explicó que la tenía como un recuerdo de su padre, que era legítimo usuario, pero que no se usaba. Además, se quejó de lo que la Policía le llevó esa noche de su propia mesita de luz. “Mi marido había ido a sacar plata del cajero para tener acá en casa para el día a día. Eran $2000 y ellos lo mostraron como si fuera una prueba de la venta de drogas”, se quejó.

“Es una causa controversial”, reconoció una fuente judicial con acceso al expediente consultada por Primer Plano Online para la elaboración de este artículo. Es que el testigo principal en el caso que declaró en sede judicial que este hombre vendía estupefacientes en su casa y otros que lo negaron. “Eso se terminará dilucidando en un juicio. En las causas de drogas, donde la gente tiene que seguir viviendo en el mismo barrio, es común que haya quienes declaren una cosa y luego modifiquen su testimonio”, precisó el vocero.
La causa está elevada a la Cámara de Apelaciones de Morón, que decidirá si Caamaño debe llegar al juicio con la prisión preventiva determinada por el juez. Pero esa situación no hace a la cuestión de fondo. ¿Se venden o vendían drogas en esa vivienda familiar? “Un testigo puede desdecirse: lo que habrá que determinar luego es cuándo mintió y cuándo dijo la verdad, porque puede ser sometido a una causa por falso testimonio”, completó la fuente.
Al respecto, Gabriela, la esposa del chofer, ruega por la libertad de su marido, porque asegura que es inocente hasta reveló que “el cuñado de Míguez (el denunciante) ya se retractó y cambió lo que había declarado”. “Hace dos semanas la paró a mi hija por la calle, le pidió perdón y le dijo que el papá iba a quedar en libertad. Estamos desesperados, hace un año que en esta casa no tenemos ingreso, me tiene que ayudar mi hijo mayor para poder comer”, completó.
Es que hasta su emprendimiento personal de elaboración de comidas se le vino abajo. Y una preocupación adicional: la empresa de transporte durante un año le guarda su puesto de trabajo, plazo que se vence a finales de agosto.