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sábado, diciembre 7, 2024
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El estremecedor relato de un ataque sexual: la abogada de Morón Fiorella Mucholi espera el comienzo del juicio

La abogada Fiorella Muchioli trabajaba en 2015 con el Auxiliar de Justicia Roberto Pablo Denquiu, dependiente del Poder Judicial de Morón, y médico del Servicio Penitenciario de Ezeiza. El trabajo de la mujer era el de secretaria administrativa de la tarea pericial de su jefe.

Aquella jornada del 23 de noviembre de hace cuatro años, no estaba previsto recibir gente en la oficina ubicada sobre la calle Sucre al 300, a pocos metros del palacio de tribunales moronenses. “Solamente quienes trabajábamos allí, mi cuñada y yo, sabíamos que el perito viajaba por la noche a Miami, y tomamos la precaución de no recibir gente”, arrancó la descripción Mucholi del infierno que le tocó vivir. Fue durante una entrevista con el programa periodístico Primer Plano Recargado.

Habían optado por trabajar puertas adentro para sacar expedientes acumulados en el tiempo, que era “muchísimo”, según refirió. Pero algo alteró los planes. “A las 11 de la mañana sonó el portero eléctrico, y la puerta no se abre desde la oficina sino que hay que bajar a abrir con llave”, explicó la letrada. Del otro lado del timbre había un sujeto que se identificó como Sebastián Pablo Moure, que se presentaba en el lugar para entregar estudios complementarios de un cliente cuyo caso estaba en etapa pericial.

Fiorella rápidamente identificó el caso del que se trataba y bajó a recibir el sobre pero a través de la reja, aunque su interlocutor le pidió ingresar para tomar vista del expediente. “Venía con el dato de que el expediente en préstamo lo tenía yo”, afirmó Mucholi, para quien haber accedido a dejar pasar al sujeto se convirtió en el peor infierno de su vida. “Lo dejé entrar como a cualquier persona que se presenta cordial”, detalló.

Mantuvieron una conversación de aproximadamente 40 minutos hasta que el tono empezó a cambiar, cuando la mujer le indicó que los estudios no coincidían en nada con las lesiones de la persona peritada. “Presentó estudios de un pie cuando la lesión era una un traumatismo de cráneo con pérdida de conocimiento”, recordó la letrada siempre durante la entrevista en televisión.

Cuando el diálogo estaba cambiando, justo ingresó a la oficina Micaela, pareja del hermano de Mucholi desde hacía nueve años, que formaba parte del equipo de trabajo. Pero por pocos segundos, porque tomó unas carpetas y se fue hacia la recorrida habitual por Tribunales. Fiorella bajó a abrirle la puerta y le pidió al abogado que la espere. Al volver se desató el ataque.

“Había resistencia del otro lado de la puerta, y pensé que me había confundido de llave. De repente se abre, me agarra del brazo y me mete. Me presionó contra la puerta, empezó a golpearme con la mano abierta, luego con el puño cerrado, repetía la frase ‘no me mirés’, y tenía su camisa abierta, sus pantalones bajos, no sé si tenía ropa interior, y su miembro erecto”, es lo que contó la abogada sobre la violenta agresión sexual que padeció, que duró cerca de 45 minutos.

En el medio, además de golpes, Fiorella fue llevada al otro compartimiento de la oficina y padeció la peor parte del ataque. La mujer, que había sido operada hacía tres semanas del tórax, tenía unas vendas de protección de los puntos y Moure le pegaba allí, zona que ella atinaba a proteger. Pero en el consultorio de su jefe, el perito Denquiu, el violador le bajó el pantalón, le arrancó la ropa interior y la penetró con las manos de manera vaginal y anal.

“Sentí un dolor inexplicable. Soy muy cristiana, tenía colgado un rosario y le pedía a Dios que me lleve de una vez. Encima él me amenazaba que de ahí me iba en una bolsa”. Mucholi aportó un dato, además: Sebastián Pablo Moure es dueño de una casa funeraria y de crematorios. El ataque terminó casi como había comenzado. Su salvación fue el timbre. Había regresado su cuñada de hacer los trámites.

Ahora, como después del ataque, todo está en manos de la justicia. Será el Tribunal Oral Criminal Nº 1 de Morón el encargado de llevar adelante el juicio, que comienza en septiembre próximo. El acusado se negó dos veces a la pericia psicológica y la víctima dice estar amenazada, e incluso hace un mes sufrió un intento de secuestro. Además, asegura que toma 18 medicaciones, tiene una discapacidad del 30 por ciento por el trauma psicológico que atravesó y que tiene una lesión de 7 centímetros en el cuello del útero que le impide ser madre.

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