Roberto Oscar Benegas pertenecía a la banda de ‘Los Juancitos’, una peligrosa organización delictiva que sembró pánico y terror en el oeste del conurbano, a la cual el primer hecho concreto que se le atribuye es el crimen de Fabián Arata. El 2 de junio de 2002, a las 19.30, la víctima salió de su domicilio en Ituzaingó junto a su hermano y su cuñada. Abrió la reja, sacó el auto y lo estacionó para cerrar el portón. Entonces se le aproxima otro auto del que descienden dos individuos y se produce un asalto. Mientras uno de ellos lo apunta con su arma, el otro lo despojó de un celular y una cadenita que Sergio, el hermano de Fabián, llevaba en el cuello. Comenzaron a exigirles más dinero y al decirles que no tenían, a muy corta distancia, Fabián recibió un tiro en el pecho. El auto en que se movilizaban los delincuentes había sido robado días anteriores por esos malvivientes, conocidos en la zona por sus delitos y por exhibir armas con total impunidad.
A pesar del reconocimiento de los testigos presenciales, los asesinos casi dos años prófugos. El autor del balazo, Juan José Zapata, evadió a la justicia por 14 meses mientras que su cómplice, Alejandro Marrano, un total de 23 meses. Pero fueron capturados y condenados a perpetua en 2005. Según creen los investigadores, ese fue el primer impacto fuerte que recibió la organización criminal.
‘El Boli’, detenido ayer en San Bernardo, comenzó a estar en miras de la justicia con la muerte violenta de Mario Medina, en 2003, exactamente 22 días después de otro asesinato conmocionante en la zona: el de Eduardo Angiono. Si se puede marcar un quiebre en la historia delictiva de un sujeto, para la justicia el de Angiono fue el comienzo de una serie de sangrientos episodios que protagonizó el asesino serial Juan José Pagnota. Ocurrió el 9 de abril de 2003, cuando le robó el automóvil a ese vecino en Ituzaingó, pese a que la víctima estaba con sus manos en alto y había entregado el rodado sin resistencia. Se sabe que dos cómplices del delincuente le dispararon a los pies a Angiono pero, finalmente, el líder de la banda lo ultimó de un certero balazo en el estómago.
Poco más de un mes después, exactamente el 22 de mayo de 2003, la víctima fue Mario Alejandro Medina. Después de un partido de fútbol en el barrio San Alberto de Ituzaingó, Pagnotta lo asesinó. Era el día del cumpleaños de Medina. Tras la agresión, el perro de la víctima lo persiguió y el delincuente también ejecutó al animal. De casualidad se salvó una chiquita que estaba al lado del perro.
Un año más tarde, el 8 de abril de 2004, Pagnotta secuestró a una joven en Ituzaingó, para luego llevarla a la casa de los padres, en Castelar sur. Al llegar, Daniel Bogani -padre de la joven- defendió a su hija y el asesino serial, definido así por el fiscal que lo enjuició, le disparó varios tiros. Uno de ellos rebota y le impacta a la chica en la ingle. Bogani murió desangrado sobre el cuerpo de su hija, que luego fue intervenida quirúrgicamente.
Y acá aparece Benegas en escena. Según pudo saber Primer Plano On Line de fuentes oficiales, el ‘Boli’ estuvo involucrado en al menos tres de esos violentos crímenes: manejaba la moto en que Pagnota disparó. Es un delincuente que tiene un frondoso prontuario. Incluso en 2010 le abrieron una causa en Morón por secuestro extorsivo, pero siempre estuvo en libertad de manera impune. “Espero que estos asesinos paguen su pena tras las rejas y que los ciudadanos no tengamos que sufrir el accionar impiadoso de esta gente”, le dijo a Primer Plano On Line Alicia Angiono, de la ONG Madres y Familiares de Víctimas (Mafavi). La mujer recuerda que antes de declarar en el juicio, los delincuentes amenazaron a su sobrina y a su propio hijo para que no presten testimonio. “Así se movían, con total impunidad”, aseguró.
Pagnota y Zapata fueron condenados a perpetua y pasan sus días tras las rejas. Sobre Roberto Banegas había un pedido de captura por secuestros extorsivos en la zona oeste de la PBA. Entre ellos, el del abogado Gonzalo Gamarra en mayo del año pasado, pero también por la privación de la libertad de un matrimonio de apellido Kolosco, cometido en 2017, y registra otros pedidos de captura en varios hechos extorsivos de los años 2014 y 2015 que fueron investigados por las Fiscalías Federales de Morón y ya fueron elevadas a juicio en relación a otros imputados que ya estaban detenidos.
Consultado para éste artículo, Gamarra prefirió no hacer declaraciones pero sí le dijo a Primer Plano On Line que él no vio a sus secuestradores porque estuvo cinco horas a bordo de su auto y encapuchado. “Seguramente la justicia tendrá elementos para avanzar en la investigación pero yo no puedo aportar mucho”, se excusó.