Una mujer de 45 años logró salir de un círculo de violencia en el que estaba sometida desde hacía dos años. Luego de una feroz golpiza que recibió de parte del sujeto con el que mantenía una relación de pareja, tuvo que pedirle ayuda a sus hijos mayores de edad para poder ponerse a resguardo. Después de denunciar lo que le pasó, un tribunal de Familia le impuso una restricción perimetral de acercamiento al golpeador.
La lamentable protagonista de esta historia es Andrea Celeste Altamira, quien contó a Primer Plano Online el calvario que vivió en los últimos dos años, luego de arrancar una relación con Gustavo Daniel Casco (54). Los hechos ocurrieron en la vivienda que compartían sobre la calle Manuel Passadore al 4000, esquina Mataco, de Castelar sur. El vínculo amoroso comenzó hace tres años, pero el capítulo dramático se inició cuando comenzaron a vivir juntos, al año de relación.
“Desde que me fui a vivir a su casa cambió completamente y pasó a ser otra persona, totalmente agresiva, que me tenía como si fuera un trapo. Siempre me sentí usada por él y ejerció sobre mí todo tipo de violencia: física, psicológica y económica”, relató la mujer. Andrea relató que ella no tenía trabajo y estaba todo el día en la vivienda y se ocupaba de las tareas del hogar y de cuidar a la hija de él, a la que le preparaba la comida y hasta la llevaba a la escuela.
“Yo aposté a arrancar una relación porque tengo a mis dos hijos mayores grandes y mi nena, de 10 años, que está conmigo cuando quiere. Y terminó manipulándome de una manera tal que llegué a tenerle miedo. Es una persona agresiva, sin corazón”, agregó la mujer. En los últimos meses registró ataques de todo tipo: la agarró del cuello, la tomó fuerte de la mano y hasta un día le apretó el pecho contra la cama.
Una denuncia incitada por los hijos de la víctima
La víctima insistió en la charla que fue usada por Casco para cuidar a su hija. Es decir, era casi una empleada doméstica. Y todo duró hasta el fin de semana pasada, cuando ella se hartó. “Era de madrugada y él había tomado bastante alcohol. Le dije que me iba a dormir y me golpeó con puño cerrado en el ojo derecho. Así me dejó la cara”, refirió la mujer. Las fotos que ilustran este artículo se publican con su autorización.
De todos modos, para que ella pueda realizar la denuncia hubo una coincidencia que fue casi celestial: el llamado de su hijo mayor, de 26 años, que le indicaba que su hermanita estaba teniendo una crisis bronquial y pedía por su mamá. Pero ella se largó a llorar por teléfono y se excusó con el muchacho, hasta que se decidió a contarle todo. “Mamá, vos te tenés que ir de ahí”, escuchó.
“Cuando escuché eso me quise morir. Le conté cómo tenía la cara, vino con su hermano de 19 y me llevaron a la comisaría de la Mujer a hacer la denuncia. Tomé mis cosas, me fui y espero no volver a verlo nunca más”, completó. Después de su denuncia se inició una causa judicial por lesiones leves en un contexto de violencia de género, que tramita ante la Fiscalía Nº 12 de Morón.
Luego de la evaluación pericial de rigor, el Tribunal de Familia Nº 5 dispuso una restricción perimetral de acercamiento a Casco en un radio de 300 metros sobre la víctima por cualquier vía: física, telefónica, correo electrónico, redes sociales o terceras personas bajo apercibimiento de terminar preso si la incumple. Además, la justicia libró oficio al centro ‘Vivir sin Violencia’ del Municipio de Morón para que active los mecanismos de resguardo, seguridad y contención a la víctima.
