Advertir la realidad que nos circunda, mirar más allá de nuestra propia baldosa, ser empáticos con los que menos tienen o correr el foco de nuestro ombligo son lineamientos que, más allá de la educación familiar, se pueden alentar desde temprana edad en el ámbito escolar.
Así lo entiende el equipo directivo y docente de la Escuela Mahatma Gandhi de Castelar: “tenemos como premisa prepararnos para servir y una forma de dar servicio es a través de la solidaridad, que no son la misma cosa”, aclaran en diálogo con Primer Plano Online. “Solidaridad es poder compartir aquello que tenemos, mientras que el servicio es dar parte de nuestro tiempo, es parte de mi vida dedicada a algo o a alguien. Nosotros tratamos de estimular en nuestros estudiantes a través del programa de valores la solidaridad, brindando parte de nuestro tiempo como servicio, otorgando aquello que podemos compartir, aquellas cosas con las que la vida y la divinidad nos premia a partir de nuestro esfuerzo o lo que las familias pueden dedicarnos”, sintetiza la directora del Nivel Secundario de la institución Patricia Rodríguez.
Es así que a lo largo del año la escuela organiza cuatro jornadas solidarias para materializar esta premisa y que los estudiantes y sus familias la vivencien a pleno. El primer encuentro del ciclo 2024 ocurrió hace pocos días y el destinatario fue el comedor-taller ‘Bajando el cielo’ de Castelar sur que se contactó con esta comunidad educativa para recibir ayuda ya que nació como un merendero pero la situación de necesidad y falta de trabajo lo convirtieron en un comedor que en el último tiempo triplicó la asistencia de vecinos, donde además se sirve el almuerzo y en algunos casos entregan viandas para la cena.
La escuela organizó la actividad que, como siempre, involucra a todos los niveles: Jardín preparó alfajores y galletitas; la Primaria una bolsa individual con ingredientes para encarar una receta dulce o salada promoviendo la alimentación saludable; y el nivel Secundario amasó fideos. Con el ojo puesto en aprovechar la experiencia tanto desde el costado solidario como el pedagógico, Rodríguez explica que “fue una buena oportunidad para que los estudiantes empiecen a involucrarse desde un lugar diferente, promoviendo la independencia que significa poder preparar un alimento y mostrándoles que cocinar no es algo complejo y hasta puede ser una tarea divertida para compartir”, explica.
Conscientes de que no todas las familias están en la misma situación, la idea fue comprometer a cada uno de los 142 estudiantes secundarios con algo que fuera accesible a todos, y que ese aporte individual generara un granito de arena para el trabajo comunitario que se quería lograr. Cada uno llevó 100 gramos de harina, un huevo, un poco de aceite y sal. “El aprendizaje nos muestra que unidos pudimos lograr mucho más de lo que nosotros creemos que podemos dar individualmente”, resumió la directora.
Con nubes de harina por toda la escuela y un clima de absoluto contento entre los alumnos, padres y madres que pudieron ser parte, la mañana transcurrió entre mesas de amasado, posterior reposo de los bollos, uso de máquinas Pastalinda que algunas familias pudieron aportar, cuelgue de fideos para dejarlos reposar y el embolsado final para la entrega al comedor que se concretó ese mismo día con los vehículos de voluntarios que se ofrecieron para trasladar la producción.
En Bajando el cielo -ubicado en Bernardez 2592 de Castelar sur- Mercedes, la encargada del comedor, recepcionó las donaciones y en el video que compartimos agradeció el amor y el trabajo comunitario de la Escuela Mahatma Gandhi: “Era un momento de necesidad y lo convirtieron en un momento de sobreabundancia”, expresó conmovida hasta las lágrimas.
También se entregaron las donaciones que el colegio recolectó durante las semanas previas de alimentos no perecederos, útiles escolares y ropa.
“No se trata solo del afuera y lo que donamos, sino del adentro: qué educamos en nuestras almas como aprendizaje de esta entrega”, sintetizó Patricia Rodríguez. Una definición que dispara como una flecha al corazón del concepto que rige a esta institución educativa que lleva la bandera del amor, la verdad, la rectitud, la paz y la no violencia como valores rectores.
En lo que resta del año habrá otras tres jornadas solidarias. La próxima estará dedicada al Hospital Posadas, para lo cual coordinarán con las Damas de rosa –cuerpo de voluntarias del nosocomio nacional- cuál es la necesidad que la escuela puede cubrir con su tarea de servicio. En agosto, la acción estará dedicada al Día del niño, donde la idea será que los estudiantes puedan fabricar juguetes para regalar y participen en el proceso creativo de la jornada aportando ideas, y finalmente en noviembre la producción comunitaria tendrá como norte los 18 comedores que sostiene la Fundación Sathya Sai en toda la provincia de Buenos Aires. Manos a la obra entonces: en esta escuela la vocación de servicio y la solidaridad son materias aprobadas.