Daniel Copa atiende gentilmente a Primer Plano Online vía telefónica. La charla es como cualquier otro familiar de víctima: más allá del tiempo transcurrido, el dolor y la angustia no cesan. Dos veces se pone a llorar en el diálogo de aproximadamente 15 minutos y deja una reflexión: “nada de lo que haga la justicia del hombre podrá compensar la tragedia que vivimos como familia”.
Hace casi tres años, Daniel despertó un domingo cerca de las 7 de la mañana con un llamado de teléfono. “Necesitamos que venga porque su papá está grave y siendo derivado a un hospital tras un accidente de tránsito”, le indicó la voz que estaba del otro lado. “¿Y mi hermano cómo está?”, preguntó. “Tiene que venir, por teléfono no le podemos dar información”, recibió como respuesta.
Para el expediente judicial quedó acreditado que el 9 de septiembre de 2018, siendo aproximadamente las 6.30, Gian Franco Meloni (22 años en aquel entonces, 24 hoy) se encontraba conduciendo el rodado marca Chevrolet Cruze, dominio AC594DJ “bajo los efectos del alcohol, realizando maniobras bruscas en zigzag, superando autos y a altísima velocidad por la avenida Rivadavia de la localidad de Ramos Mejía, en sentido hacia la estación de Haedo”. Lo descripto figura en la instrucción mediante la cual esa causa fue elevada a juicio.
Al llegar a la intersección con la calle Maipú, “continuando con la conducción en forma antirreglamentaria” y de manera temeraria “pese al reclamo de los acompañantes que lo urgían a que detenga la marcha o que al menos disminuya la velocidad”, impactó con un tacho de señalización vial y cambió su rumbo de conducir al carril contrario de Rivadavia luego de perder el control del vehículo. Ahí provocó el desastre vial.
Meloni chocó de frente contra el Chevrolet Corsa en el que viajaban los Copa, hijo al volante y padre como acompañante, vehículo que circulaba “con el debido deber de cuidado y en el sentido correcto”. Eduardo murió en el acto, que su papá Ovando falleció a las pocas horas a consecuencia de las lesiones en el hospital Luis Güemes, de Haedo.
“La condena va a ser algo mínimo en relación al daño que causó. Ojalá que la justicia pueda obligar a que vaya a la cárcel, porque está preso en su casa desde poco tiempo después del hecho”, agrega Daniel. Ellos son oriundos de la calle Larrazábal al 6100, de Villa Luzuriaga, y ese domingo sus deudos iban al santuario de San Cayetano en Liniers para agradecer y pedir trabajo para él, que en ese momento no tenía. Paradojas del destino: la empresa Metrovías le dio el puesto que ocupaba su hermano, que era sostén de toda la familia.
En el expediente judicial quedó claro que los amigos de Meloni, que volvían con él de una noche de diversión que arrancó en el bar Scumm, ubicado en la Avenida Gaona y Rosales, de Ramos Mejía, y luego siguió en el boliche fueron a bailar a Vinicius, sobre Rivadavia, le habían advertido de lo que hacía mientras manejaba.
De hecho, uno de sus amigos que viajaba con él declaró que “Gian Franco hacía caso omiso a los pedidos de que disminuya la velocidad”. Por ese motivo Nicolás Rechanik, abogado de la familia Copa, insistirá ante la justicia que el caso no fue un hecho de tipo culposo, es decir, sin intenciones de matar, sino que el dolo está demostrado en la advertencia de los amigos del asesino al volante a los que el imputado hizo caso omiso.
El juicio comienza el próximo jueves 26 de agosto en el Tribunal Oral Criminal Nº 2 de La Matanza. “Más allá de que haya pasado tanto tiempo, el dolor no se va. Y me quiebra recordar lo ocurrido. Estoy seguro que el día del juicio será revolver todo nuevamente, pero mirar por la ventana de casa y no ver a mi padre y a mi hermano es algo que no logro soportar”, concluyó Daniel.
