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miércoles, octubre 4, 2023
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Dos madres, un crimen brutal y una advertencia: “yo le dije que lo iba a terminar haciendo meter preso o matando”

Sensaciones encontradas en Clara, mamá del hijo mayor de Walter Guiñazú. Reflexiona que “se hizo justicia”, cuenta que siente “paz porque la verdad salió a la luz” y se muestra convencida de que cumplió con un mandato: el que crimen de papá de su nene no quede impune. Pero también confiesa sentir angustia. La mujer que mató a su expareja estará cumpliendo la condena a dos cuadras de su casa, bajo arresto domiciliario.

El motivo de su ambigüedad, asimismo, está radicado en el hecho de que debieron pasar tres años para que se conozca cómo fue la secuencia que terminó en un crimen brutal, con un hombre de 36 años agonizando por dos semanas. “Siempre estuve segura de lo que pasó. Walter fue mi vecino, mi amigo, mi novio, padre de mi hijo, y lo conocía demasiado como para saber lo que podía hacer y lo que no. Logramos una pena grande, pero sabemos que podría haber sido más. Y lo que no me cierra es que se mudó a dos cuadras de mi casa y ahí va a cumplir su condena, porque tiene dos hijos chicos, de cuatro y seis años”, explicó Clara a Primer Plano Online.

Clara y Flavia Barrientos son mamás de hijos de Guiñazú. La primera se había separado hacía algunos años del joven camionero, pero mantenía una relación cordial, casi amistosa con él. Su hijo, hoy adolescente, “adoraba a su papá y compartía muchas cosas con él”, afirma. Pero un día empezó a sospechar que algo malo pasaba cuando la llamó y le pidió que lo vaya a buscar. Salió llorando de esa casa y su mamá decidió que no volvería. Ya se vislumbraba una relación tóxica.

“Discutían mucho y ella lo amenazaba siempre a su papá. Incluso un día se tuvo que meter delante para que no le pegue con un palo de escoba. Hasta un día él la quiso denunciar y ella (por Barrientos) le respondió ‘denunciame y vas a ver lo que pasa con tu segundo hijo’”, rememoró Clara. Hasta en ese contexto de peleas verbales ella lo llegó a amenazar con prender fuego la casa con el nene, la nena y sus perros adentro.

La noche del 17 de febrero de 2019, Guiñazú fue encontrado por amigos tirado sobre la calle Albariños al 2.700, en William Morris. Estaba en cercanías de la casa que compartía con Flavia Barrientos con una varilla de fierro que había ingresado por su ojo derecho y le fracturó la base de las órbitas del cráneo, lesionó el cerebro destruyó la arteria carótida interna.

El hombre agonizó dos semanas hasta que fue declarado con muerte cerebral por los médicos que lo atendían en el Hospital Posadas. La investigación del hecho es que la mujer arrojó “en forma de jabalina” -según sus propios dichos plasmados en el expediente- un caño de aluminio de aproximadamente un metro de largo y 10 milímetros de diámetro que impactó e ingresó en la órbita ocular derecha de la víctima fatal.

Ahora, en juicio abreviado, la mujer aceptó su culpabilidad ante la fiscal del caso, Carolina Rodríguez, y el monto de la pena solicitado por el abogado de la familia Guiñazú, Yamil Castro Bianchi. Bajo la acusación de ser la autora penalmente del homicidio preterintencional agravado por el vínculo, la imputada deberá purgar diez años de prisión. Pero lo hará en su casa, por tener dos hijos menores.

“Yo le dije a Walter que lo iba a terminar haciendo meter preso o matando, pero él no me escuchó”, recuerda Clara todavía angustiada. La noche de la violenta agresión que luego terminó con la muerte de Guiñazú ella estaba en viaje con su hijo rumbo a Mar del Plata y a la 1.55 recibió el llamado telefónico de un amigo para contarle lo que había pasado. A su hijo le dijo que su papá había tenido un accidente y ni bien llegó a la terminal se tomó otro micro para pegar la vuelta.

Clara es ayudante de Enfermería en el hospital Posadas y estuvo a cada instante a su lado para saber la evolución. “Es lo que me había pedido mi hijo, que vaya y esté con su papá. Walter a las 48 horas se despertó, reaccionó, nombró a mi hijo, me agarró de la mano y me giró los anillos, que es lo que hacía yo cuando estaba nerviosa”, completó la mujer. Su expareja estuvo despierto hasta 48 horas antes de morir, cuando ya no reaccionó más.

Más tranquila y con el paso del tiempo, con su hijo ya adolescente y procesando la muerte de su papá, la exmujer de Guiñazú agradeció el trabajo de su abogado para lograr una condena que a todas luces parecía imposible por el rumbo que tuvo el caso, y el aporte de los amigos de Walter, que “fueron de mucha ayuda en la reconstrucción de toda esta locura”.

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