El Ocho Cortado– como se nombra a un paso de tango- es un grupo de apasionados milongueros que se juntaban en un salón hasta que la pandemia los obligó a suspender la actividad. Nueve meses más tarde Silvia Ercolani, elegida madrina de la propuesta, tuvo la idea de contactarse con la UGC 4 (Unidad de Gestión Comunitaria) de Castelar para plantear la posibilidad de mudar los encuentros a la calle Timbúes, por entonces con circulación casi nula durante los fines de semana.
Con la intención de que la directora de la dependencia municipal, Marisa Boggi, los habilitara para realizar allí dicha actividad, a Rubén Malaver –alma mater del proyecto- se le ocurrió que más que “contar” tenían que mostrar cómo podían bailar con los cuidados de distanciamiento y protocolo (barbijo, toma de temperatura y sin intercambio de compañeros).
“La tarde que convoqué a dieciséis parejas de esta familia milonguera para danzar avanzando en ronda en sentido anti horario, lo más impactante fue ver cómo lloraban algunas mujeres y hombres. Ese fue el mejor modo de expresar lo que generaba volver. Ahí nomás nos dieron el permiso para largar”, cuenta Rubén a Primer Plano Online.
Ofrecieron veintidós milongas ininterrumpidas, musicalizadas siempre por Pablo Mateo con un éxito cada vez mayor, hasta que el nuevo aislamiento canceló las reuniones.
En agosto retomaron y fue increíble lo que ocurrió. Claro, los vecinos tenían tantas ganas acumuladas de disfrutar al aire libre que descubrir una opción como ésta en el propio barrio superó cualquier expectativa. Los bares armaron menú milonguero y junto a la heladería y la panadería sacaron todas sus mesas a la calle, se llenaron los espacios disponibles y no quedaba pista.
A través de las cámaras de seguridad, desde la UGC 4 vieron que con “El Ocho Cortado a Cielo Abierto” esa cuadra explotaba. Entonces decidieron reprogramar los días de la Feria Artesanal para jueves, viernes y sábados dejando los domingos para el despliegue milonguero.
La actividad genera felicidad a quienes giran abrazados a ritmo tanguero (el folklore, los valses y el rock se cuelan de a tandas) y a muchos “curiosos” que se acercan atraídos por una convocatoria cuya única pretensión es disfrutar libremente cuidando entre todos la salud de los cuerpos… y también de las almas.