“Por lo menos esto me permite cerrar una etapa y quedarme con los recuerdos más lindos. Sé que Luis ya descansa en paz; ahora vamos a tener paz como familia”.
Gladys terminó de recibir el veredicto condenatorio en la sala de ingreso al Tribunal Oral Criminal Nº 6 de Morón, en donde se llevó a cabo el segundo juicio por lo que fue el asesinato de su esposo, Luis Rodas, en 2013. Se enteró, ventanilla mediante, del cierre del capítulo más oscuro de su vida: la condena al asesino confeso del padre de su hija.
Los jueces Andrea Bearzi, Alejandro Rodríguez Rey y Christian Toto dieron hoy a conocer la sentencia. Fue, tal como había pedido la fiscal del debate, Claudia Fernández, de 15 años de prisión para Jonathan Asat (32), quien había confesado ser el autor del crimen. El delito que le cupo es el de robo agravado con homicidio resultante y por el uso de arma de fuego.
En el mismo fallo fueron absueltos los otros acusados. Facundo Fabiano (34), también con una condena previa por secuestro extorsivo; y Lucas Do Couto (30). Como en su confesión Asat los dejó afuera del hecho, la justicia no los imputó y el resultado fue quedar fuera del caso sin culpa.
Como informó en exclusiva Primer Plano Online, único medio que cubrió las alternativas del juicio, a Rodas lo asesinaron el 1 de abril de 2013, día anterior al temporal que produjo la inundación en La Plata y en varios municipios del conurbano. Aquella noche, la víctima observó el temporal que se aproximaba y decidió salir a guardar el auto bajo techo. Hizo una pausa en la organización del cumpleaños de 15 de su hija Evelyn, salió a la vereda y justo pasaron los tres asaltantes, quienes lo asesinaron de un balazo en el pecho en el intento del robo de su auto.
EL CRIMEN ATROZ
Aquella noche fatal, Rodas estaba con su esposa Gladys ultimando los detalles de lo que se esperaba sea la gran celebración familia. Hija única, la adolescente esperaba con ansias bailar el vals con papá y vestirse para la ocasión. Sin embargo, todo se evaporó en un suspiro a un mes de la fiesta, para la que ya tenían todo contratado. Los Rodas vivían en una casa alquilada sobre Tronador al 400 y, como todavía hoy pasa, es más seguro a veces dejar el auto en el cordón que entrarlo a casa.
Luis salió entonces, ante la amenaza meteorológica, a resguardar el vehículo. A los pocos minutos su mujer oyó un estruendo muy fuerte desde el interior de la finca. Se incorporó rápidamente de la silla y quiso salir de su casa, pero su marido había cerrado la puerta desde afuera. Gladys se asomó por la ventana, miró hacia afuera y el horizonte le devolvió una imagen que jamás podrá borrar de su mente: vio al padre de su hija tirado entre la vereda y el garaje. Comenzó a gritar y con las pocas fuerzas que le quedaban su esposo le pidió: “no abras flaca, quédate adentro”.
Pasaron segundos y Gladys logró salir. Llamó a la Policía, que llegó muy rápido, mientras que la ambulancia tardó demasiado para el traslado. Por eso, entre uniformados y vecinos inmovilizaron a Luis y lo llevaron en un auto particular hasta el hospital Güemes de Haedo. El hombre llegó con vida al centro de salud, fue intervenido y a las dos horas se produjo el fallecimiento. La herida del disparo que recibió fue en el tórax. La vaina fue encontrada en el garaje y el auto (Renault Clío) no fue robado y quedó con la puerta abierta. Luis tenía encima su billetera y las llaves de la casa. La llave del auto quedó en manos de los delincuentes.
DOS JUICIOS
El caso fue juzgado en 2015 por el Tribunal Oral Criminal Nº 2 de Morón, a cargo de Osvaldo Cedarri, Aníbal Termite y Humberto González, dos de los cuales ya están jubilados. Luego de un extenso debate los tres imputados fueron liberados pese a que los fiscales del juicio, Daniela Barrozo y Leonardo Lisa, habían pedido 25 años de prisión para Asat y 24 para Do Couto. El motivo de la disposición judicial es que no había suficientes pruebas en contra de los acusados.
Sin embargo, el tribunal de Casación Penal Bonaerense dio vuelta el fallo y ordenó que se realice un nuevo juicio por “inconsistencias” en la valoración de los elementos. Entonces dispuso que los tres imputados vuelvan a estar en banquillo bajo la acusación de robo agravado por el uso de arma de fuego, homicidio agravado criminis causae cometido mediante empleo de arma de fuego.
“Yo lo maté. Hubo un forcejeo y se me escapó el tiro. Estos dos muchachos no tienen nada que ver con lo que pasó”, fue la confesión de Asat en la primera jornada del segundo debate. La fiscal del juicio entonces solicitó al tribunal suspender el resto de las declaraciones y dar por finalizado el debate. El caso estaba esclarecido tras diez años de incertidumbre.
Es decir, la justicia consiguió que un asesino confiese un crimen por el cual ya había sido absuelto. Un caso poco común, por cierto. De hecho, sobrevoló en la sala de audiencias un aire crítico hacia el anterior tribunal, al que algunos protagonistas señalaron por lo bajo como “muy garantista”.
“Ninguna sentencia devuelve la vida que se perdió, los sueños y todo lo que acarreó esa pérdida. Casi 11 años esperando que la justicia actúe. Cuando uno pierde un familiar no hay consuelo. Pero al menos es cerrar este ciclo y borrar de mi vida todos los recuerdos feos”, concluyó entre sollozos Gladys antes de retirarse de tribunales y en diálogo con Primer Plano Online.