Franco Roda resume la tragedia familiar en pocas palabras. “Inesperado. Hoy en día sigo pensando que es un sueño y espero que algún día se termine”, afirma con la voz tenue y su mirada puesta en la cámara que lo enfoca.
La escenografía que ilustra la entrevista con Primer Plano Online son las verduras colocadas prolijamente en las góndolas de la verdulería ‘El Económico’, en la esquina de Brandsen y Belén, en Ituzaingó. La misma que aquella noche del 12 de septiembre de 2016 su papá, Diego, había cerrado pocos minutos antes de encontrarse con las balas asesinas que apagarían su vida.
El muchacho tiene actualmente 22 años y forma parte de la estructura familiar que lleva adelante el comercio. Junto a su hermano Facundo, de 15 años, y el pequeño Pedro, que acaba de cumplir los cuatro, son la herencia que dejó el verdulero asesinado por balas policiales al confundirlo con delincuentes que habían robado una camioneta en Caseros.
“Sigo adelante por mis hermanos, por mi mamá, por mis abuelos y por todos los que están siempre conmigo. Me enfoco en la vitalidad que tienen mis abuelos respecto al hecho (la muerte de su papá). Yo no tengo esa fuerza, soy muy frágil. Es muy difícil levantarme todos los días”, reconoce Franco durante la charla con Adrián Noriega.
“¿Qué espero de la justicia? Que algún día se dejen de dar vueltas y se dejen de joder, porque no es un caso más este. Es algo que pasa todos los días, pero a mi papá lo querían todos, mucha gente. Siempre fue una persona muy respetuosa, respetable, que no se merecía esto”, reflexiona.
Infla el pecho al hablar de su papá, y siente como un legado trabajar en ese lugar, entre zanahorias y naranjas, manzanas y achicorias. Ese negocio que “era su vida”, afirma. Y se preocupa, además, porque los precios puedan seguir siendo accesibles a la gente del barrio, a la que le cuesta sostener la olla en pie en cada hogar.