El violento crimen de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell -por el que 10 rugbiers de Zárate están con prisión preventiva en Dolores- provocó que dentro del mundo del rugby se alzaron algunas voces para aportar su punto de vista. Entre ellos está Facundo Sassone, sociólogo, ex jugador, padre de un joven rugbier y actual entrenador de las divisiones juveniles del club Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó (GEI).
Su formación académica lo instó a estudiar la desigualdad existente en el seno del deporte que lo formó y que ama. Sassone es una apasionado del rugby: empezó jugando como tercera línea en el GEI hasta que se retiró a los 26 años y luego pasó a colaborar con las inferiores. En la temporada pasada entrenó a los Menores de 17 años y este año trabajará con chicos de 14.
La muerte de Fernando Baez Sosa ocurrida en Gesell disparó en él un sinnúmero de sensaciones que analiza y comparte: “Entiendo a quienes, en los clubes buscan defender al rugby por lo que promueve como deporte entre quienes los practican. Lamentablemente, estoy convencido de que lo que ocurrió podría haber pasado con jugadores de cualquier club de rugby argentino porque está claro que somos parte del problema”.
Con la certeza de que la violencia está instalada en la sociedad; que el Estado debe actuar a través de políticas públicas; que los boliches deben replantear sus protocolos de seguridad; que las escuelas deben involucrarse más en la formación de los chicos y las familias repensar los límites que ponen a sus hijos, reconoce que los dirigentes y formadores del rugby no pueden mirar para otro lado.

“Inculcamos el valor de la amistad y de dejar todo por el compañero. Enseñamos que un partido o un campeonato no lo gana un jugador, sino un equipo. Nos enfocamos en enseñar el respeto por el rival, el árbitro y el público, pero evidentemente esto no es suficiente”, reflexiona.
Y ahonda en el tema: “El rugby es un deporte físico, de violencia controlada, pero lo que yo estoy observando es que esa violencia se termina trasladando afuera. Tenemos que hacer hincapié en que la fortaleza que adquiere un jugador al entrenarse debe quedarse en la cancha y no puede traspasar las fronteras del club”.
Convencido de que los responsables del cruento asesinato de Fernando Báez Sosa deberán afrontar las penas por un crimen aberrante, sostiene que con eso no se terminará el problema en el rugby. “Alcohol sin control en los terceros tiempos; rituales de iniciación; golpizas internas; fiestas manejadas por jóvenes que no pueden medir los riesgos a los que se exponen son algunas de las situaciones a las que hay que prestar atención y actuar en consecuencia para empezar a cambiar”, enumera.
Para finalizar cuenta que en el GEI, sus autoridades están evaluando si imponer un cambio radical o gradual con el tema del alcohol. “Entiendo que parte de la camaradería de estar vinculados es tomarse una cerveza con el rival, pero no comparto que los jugadores se quedan hasta tarde y algunos terminen borrachos; quizás estaría bueno limitar la cantidad de alcohol en los terceros tiempos”, propone.