Fue una decisión de vida, tomada en la más absoluta intimidad y compartida con su familia sólo luego de tenerla confirmada. Ocurrió en Castelar y se trata del primer caso de este tipo en la región, que seguro será precursor a futuro, porque la nueva legislación así lo permite.
Sin quitarle derechos a nadie, Fiorella Cantaro quería hacer algo que fortalezca su identidad como persona. ¿Qué? En un gesto de amor de esos que conmueven, la adolescente pretendía contarle al mundo que su apellido estaba inconcluso, porque carecía de un espacio para su madre.
A ver: en el Estado patriarcal vigente hasta la puesta en vigor del Código Civil y Comercial, que ocurrió en agosto de 2015, para que un niño o niña recién nacido llevara el doble apellido necesitaba, en el momento de labrar el acta de nacimiento, una autorización expresa y firmada por el padre habilitando al Registro Civil a realizar el trámite e inscribir al recién nacido así. Eso cambió. Y el expediente de Fiorella Cantaro Varela es una evidencia.
La decisión
La joven se presentó en septiembre del año pasado en el Registro Civil de Castelar y pidió iniciar el trámite para modificar su apellido. Su decisión, contemplada por el nuevo código, fue todo un desafío para las autoridades del organismo y para los propios empleados, que no conocían con exactitud cuál debía ser el proceder.
El pedido de ella fue simple: quería agregar el apellido Varela a su partida de nacimiento, para convertirse ante la ley en Fiorella Cantaro Varela. La titular del Registro Civil la entrevistó en persona y le preguntó sus motivos, en una charla mano a mano, sin mediadores. Los argumentos de la chica fueron tan sólidos que no hicieron falta más audiencias ni requerimientos. De hecho, ese diálogo se incorporó al expediente que desde Castelar giraron a La Plata.
“Cambian las reglas de juego en la vida cotidiana. Ya nada es igual ante la ley: nacer, casarse, tener hijos e incluso morir. El nuevo Código Civil de la Nación es a la vida privada lo que la Constitución Nacional es a la pública”. Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
A la nueva ley no le importa el consentimiento de los padres ni qué pasa con esa pareja que decidió traerla al mundo sino que reconoce el derecho de los hijos a ser escuchados, no sólo ante un juez, en procesos que los involucre. Y encima Fiorella no le quitó derechos a nadie, porque su papá sigue siendo parte de su identidad. Lo que ella pidió a la autoridad competente es que le permitan completarse como persona, y eso podía lograrse sólo con pasar a contar en su nombre con el apellido materno.
El pasado 5 de agosto, la protagonista de esta historia se acercó al Registro Civil de Castelar a notificarse que, desde ese día, ya era oficialmente Fiorella Cantaro Varela. Se convirtió, así, en uno de los primeros casos en la provincia de Buenos Aires concretado bajo esta modalidad, el expediente inicial de este tipo de trámites en Morón y, como toda experiencia original, un hecho que sienta precedente en el oeste del conurbano.
“Yo puedo decirte una sola palabra que resume mi sentimiento: orgullo”. La periodista Silvana Varela, mamá de Fiorella, sintetizó de ese modo el final feliz de esta historia de vida, que se cerrará cuando la joven reciba su nuevo Documento Nacional de Identidad, cuyo trámite ya fue realizado.