Bajo el lema ‘Servir por amor’, un grupo de personas asiste desde hace 10 años a chicos y grandes en situación de calle en la plaza ubicada frente a la Universidad de Morón, en Cabildo y Maestra Cueto. Allí sirven la cena dos veces por semana y en época de inicio de clases también realizan una colecta para que los chicos puedan arrancar el cole bien provistos.
Por el inicio de clases, Manos Abiertas organizó una vez más una colecta de mochilas con útiles indispensables para arrancar el ciclo lectivo. Quienes tengan donaciones para realizar de elementos nuevos o usados en buen estado podrán acercarse a la plaza el próximo lunes 24 de febrero a partir de las 20.30.
También pueden contactarse a través del Facebook de la ONG o por Instagram -Manos Abiertas 10-. Los organizadores tienen diseñado un modelo de donación para primaria, secundaria y jardín, para que los padrinos solidarios puedan preparar las mochilas sin olvidarse de lo indispensable para cada nivel. Además, este año, sumaron la posibilidad de recibir donaciones de dinero a través de Mercado Pago para la compra de útiles y mochilas: “creamos dos links, uno de $100 y otro de $500 para poder recibir aportes” explica Alicia Sánchez, una de sus voluntarias. También está disponible la opción de transferencia bancaria, en efectivo a través de Pago Fácil y Rapipago o con tarjeta de crédito. Toda la información de cómo colaborar se encuentra disponible en las redes de la organización o se pueden consultar telefónicamente llamando a los números: (11) 5317-7651// (11) 5943-7711.
Está previsto que la entrega de las mochilas se realice el 27 de febrero en el Club Deportivo Morón.
Solidaridad con historia
Hace ya casi 10 años Manos abiertas trabaja para darle de comer a personas que viven en la extrema pobreza, y que se reúnen en la plaza ubicada frente a la Universidad de Morón para recibir un plato de comida caliente dos noches a la semana.

La iniciativa fue lanzada por entonces por Patricia Martinez, que cocinaba una olla de polenta con salchichas para los cartoneros de Plaza La Roche. Con el tiempo, se corrió la voz y cada vez fueron más las personas que comenzaron a acercarse al lugar. Fue entonces cuando comenzó a crecer el grupo de voluntarios, la cantidad de comida preparada y también se generó el traslado a la llamada “plaza de la universidad”.
Actualmente trabajan en el proyecto entre 20 y 30 voluntarios que se renuevan en forma permanente. Hay hombres y mujeres de todas las edades. Cada uno tiene una función y son los encargados de llegar al punto de encuentro cada lunes a las 20.30 y los vienes a las 21 con 7 ollas de comida caliente que preparan en sus casas. Se disponen 3 kilos de fideos y 3 kilos de arroz con sus correspondientes ingredientes, que en forma de guiso o con tuco alcanzan para dar de comer a unas 200 personas que se acercan en cada jornada solidaria.
Manos Abiertas recibe donaciones de empresas y particulares pero siempre hay insumos que les resultan difícil conseguir: “la gente colabora en general con alimentos no perecederos, pero las carnes y verduras por ejemplo, tenemos que comprarla nosotros”, cuenta Alicia. Hasta fines del año pasado la ONG recibía ayuda del Gobierno Municipal de Morón, pero con el cambio de gestión esa colaboración se discontinuó, por eso están gestionando una reunión con el área de Acción Social de la comuna para poder reestablecer esa ayuda económica, que resulta fundamental para la compra de los productos necesarios para la preparación de los platos.
Para la ONG, la lluvia, el calor extremo o los paros no representan un escollo para cumplir religiosamente con su actividad solidaria. “Para mucha gente el que nosotros ofrecemos es el único plato de comida del día y no les podemos fallar”, asegura con convicción la voluntaria-cocinera, quien asegura que en el último tiempo se fue sumando mucha gente a comer a la plaza “personas que se quedaron sin trabajo, o mamás que se acercan en busca de una bolsa de higiene, o una leche para el desayuno de sus chiquitos”.
El crecimiento sostenido de la tarea solidaria los hace tomar cada día más conciencia de la necesidad de conseguir cuanto antes un refugio propio para poder darle de comer a todos los que se acercan. “Ellos merecen que le sirvamos la comida bajo un techo, sentados a la mesa y en un lindo ambiente”, reflexiona Alicia. El desafío que se plantea la ONG es no llegar a otro invierno sin lograrlo y confían en que con la ayuda de todos podrán hacerlo realidad.