Todo comenzó mientras Hernán y Carolina estaban de novios. Él vivía en Ituzaingó y estudiaba veterinaria; ella, castelarense, aprendía pastelería francesa con Susana de la Sota y tenía tanto éxito con sus delicias en los ensayos familiares que decidieron transformarlo en negocio.
El nombre lo eligieron al descubrirlo en un libro galo que les hizo conocer la fruta anaranjada oriunda de la Isla de Córcega, cruza entre naranja amarga y mandarina, llamada Clementina. Con diseño de un hermano arquitecto que los supo interpretar, padres que ayudaron para dar el paso y el aliento permanente de los degustadores oficiales, en pleno tiempo de incertidumbres económicas y otros fantasmas, ellos inauguraron su sueño.
Desde entonces ofrecen variantes fuera de lo común que al principio costaron un poquito insertar, luego fueron aceptadas y hoy tienen club de fans. Innovan con propuestas originales, le ponen su “toque” a las modas –los macarons son increíbles- y no aflojan nunca en la calidad de sus clásicos.
Cuando la cocina les quedó chica se ampliaron hacia el costado e incorporaron empleados; “mis primeros hijos” dice Hernán al evocar aquellos tiempos en los que aún no habían llegado Adriano y Cristóbal, hoy de nueve y dos años y medio, quienes les completaron la alegría de ser la familia que desearon con Caro al casarse.
En el presente siguen proyectando. Tal vez abrir otros locales, posiblemente franquicias… están evaluando. Con la calma de quien sabe que lo que quiere y ama lo que hace.
En el momento de la entrevista estaban en el mostrador Fiorella, Ana Laura y Victoria y fue invitado a sumarse a la cocina Ricardo, el pastelero que desde hace quince años es parte de ese equipo que logra magias con los sabores. “Junto a Nacho, el encargado, somos los que más tiempo hace que estamos aquí– comentó orgulloso y siguió- es un lindo ambiente de trabajo. Le ponemos mucho cariño a nuestra tarea”. Y mientras la camarita con la que filmamos para el video que encontrarán aquí mismo enfocaba el logo en su remera, él lo tocó diciendo “le ponemos corazón”. Seguramente es parte de la fórmula que hace especial cada producto que ofrecen.
Frente a la consulta de qué sienten cuando ven las colas que hace la gente para buscar sus propuestas (que también pueden encargar virtualmente para agilizar el trámite) Hernán no duda y expresa: “puro agradecimiento”.