Los fiscales de Morón Pablo Galarza, Antonio Ferreras y Mario Alberto Ferrario pidieron ésta tarde que se condene a prisión perpetua a Hugo Bermúdez y a Leonardo Jara por el secuestro y crimen de la niña Candela Sol Rodríguez, asesinada en 2011 en Hurlingham. Para el restante de los acusados, Fabián Gómez, el pedido fue de 8 años de prisión por ser partícipe secundario en el secuestro.
La solicitud fue realizada durante los alegatos del juicio que se desarrolla desde febrero ante el Tribunal Oral en lo Criminal 3 de Morón y que se extendieron durante cerca de cinco horas con la intervención de los fiscales.
En conversación con Primer Plano On Line luego de la jornada extensa en los tribunales, Ferraras aceptó que se trató del juicio más difícil que le tocó afrontar porque “fue un hecho aberrante, que nos ha movido las fibras más íntimas”. “La nena agonizó, porque tenía signos de sangre coagulada en el corazón, algo inequívoco de un período aunque sea breve de agonía”, detalló.
“Hemos tratado que todo se ventilara en el juicio”, explicó Ferraras, quien también reveló que a lo largo del debate se fueron generando más de 20 I.P.P (instrucciones penales preparatorias) por diversas irregularidades que se generaron a lo largo del debate y que están siendo investigadas sobre el desempeño policial y judicial en el caso.
Por un tecnicismo, si bien quedó probado que la víctima fue abusada sexualmente, en el pedido de condena a ninguno de los tres imputados le adjudicaron esa figura. De todos modos, no hay mayor condena en el código penal que la prisión perpetua. “Nosotros encontramos acreditado que Bermúdez fue el autor de la muerte de la nena, y en los agravantes aclaramos que también fue el autor del abuso sexual gravemente ultrajante”, sintetizó el fiscal.
DETALLE DE LOS ALEGATOS
El fiscal Galarza, que fue el primero en exponer, dio por acreditado que el 22 de agosto de 2011 Candela “fue sustraída por tres sujetos en una camioneta Ford EcoSport negra” y que estuvo cautiva primero algunos días en la localidad de San Martín y luego la trasladaron a Villa Tesei. Allí, primero la mantuvieron secuestrada en una vivienda de la calle Kiernan 992, conocida por la prensa como “la casa rosa”, durante un breve lapso y después la llevaron a otra propiedad de Cellini 2085 que estaba abandonada.
Según Galarza, entre las 20.30 del 29 de agosto y las 8.30 del 30 del día siguiente, Bermúdez “abusó sexualmente de la niña con un elemento duro por vía anal y la sofocó” tapándole la nariz y la boca mientras la sostenía desde atrás. Mientras Jara tomaba nota rodeado de ocho agentes penitenciarios y los otros dos imputados permanecían cruzados de brazos, el fiscal aclaró que no iba a pedir al tribunal el cambio de carátula para evitar nulidades, pero remarcó que a su entender quedó probado que hubo un abuso antes del crimen.
Sobre el tiempo que la nena llevó secuestrada sin ser hallada, manifestó que está acreditado que “hubo tratativas paralelas y clandestinas” entre el Superintendente de Zona Oeste, Roberto Castronuovo, el informante policial Héctor “Topo” Moreyra (50) y los acusados para que liberaran a la nena, pero que ello finalmente no ocurrió. Respecto de Jara, afirmó que realizó el llamado extorsivo a la familia de Candela mientras estaba cautiva y sostuvo que “su suerte está echada por las pericias de voz” efectuadas por Gendarmería; agregó que fue condenado por un hecho similar en Mercedes.
A Gómez, el fiscal lo situó en la casa de Kiernan por dichos de un vecino que lo vio allí 4 días antes del hallazgo del cuerpo de Candela a 30 cuadras de esa propiedad y por llamadas que mantuvo con los otros dos imputados. Para dar probado que la niña estuvo en la vivienda de Cellini, Galarza dijo que allí se encontraron algunas prendas quemadas de la víctima y un esmalte de uñas rosa que la madre dijo que le pertenecía.
Por su parte, Ferreras resaltó el trabajo de la Policía Científica, a la que destacó en medio de todas las críticas que hubo a la investigación, y dijo que se halló ADN de la nena en un bol y en una taza de la casa Kiernan y de Bermúdez en un palo de madera de la casa de Cellini y dentro de una taza que se encontraba en la vivienda de la ex concubina de Jara, lo que prueba la vinculación entre ambos.
En tanto, Galarza dijo que al principio del caso tenía, como todos, “prejuicios y dudas”, pero que se fueron despejando al avanzar en la pesquisa, y cuestionó a la comisión parlamentaria bonaerense que se conformó para investigar el caso. “Ferrario no cayó en el facilismo de decir que nada servía y tuvo una prudencia que nos trajo acá porque el otro camino era seguir a la comisión Candela del Senado bonaerense, en la cual cayeron algunos medios y algunos senadores”, remarcó.
Agregó que allí “se escucharon abogados y periodistas que tenían motivaciones políticas para que la causa quedara en la nada” y criticó a la familia de la víctima por no decir al comienzo del secuestro que el padre de Candela estaba preso por piratería del asfalto, aunque no mencionó específicamente a esa situación como móvil del crimen. A su turno, Ferrario, antes de pedir las penas, afirmó que “los tres imputados eran parte de una misma banda que cometió el hecho” y a través de un Powerpoint explicó que en base a un entrecruzamiento de llamadas efectuado en el marco de la causa “quedó probado que tenían relación entre sí” y con Moreyra.
También detalló que hubo comunicaciones entre los tres dos horas antes del secuestro y también éste mientras duró. El juicio pasó ahora a un cuarto intermedio hasta el lunes a las 10, cuando alegarán los abogados de la querella, Fernando Burlando y Fabián Améndola.