El 2 de octubre de 2018, Pablo Retamar (45) lavaba su camioneta Amarok en el garaje de su casa, sobre la calle San Felipe al 6.900, de Loma Hermosa, partido de San Martín. Su esposa Nora y sus hijos Juan Pablo (20) y Sofía (25) preparaban la merienda cuando oyeron un ruido. Nunca lo asociaron con un disparo de arma de fuego, pero se asomaron a ver qué había pasado.
“Pensé que se había caído de la camioneta”, rememora hoy su viuda en conversación con Primer Plano Online. Su marido estaba en el suelo, con la mano sobre el pecho y oía de su parte apenas unos quejidos. “Mami, le dispararon”, la advirtió su hijo, conmovido también por la escena. Es que su papá estaba ensangrentado, con una herida a la altura del tórax.
Nora salió corriendo de su casa a pedir ayuda por el barrio, y desesperada gritaba lo que había pasado. Un vecino que estaba justo a la vuelta de la entrada a su domicilio, sobre la calle Los Jazmines, saltó el muro corriendo y cargó a Pablo en la cajuela de su propio rodado. El hombre manejó hasta el hospital Bocalandro siempre acompañado por Sofi y Juampi, que no se despegaron del padre. La mamá de ambos se quedó en la casa, intentando entender qué había pasado.
“Cuando cerré todo y llamé a una amiga para que me venga a buscar y me lleve, cuando íbamos me crucé con los chicos que estaban volviendo. Les dijeron que no habían podido hacer nada y falleció”, recuerda Nora. Después del duelo, la conmoción, el arrancar de cero con la familia mutilada para siempre llegó el momento de buscar la verdad.
Y así lograron dar con los autores, en base al testimonio de testigos que dejaron de lado el temor y narraron lo que vieron y el aporte de cámaras de seguridad. Primero arrestaron a uno de ellos, que era menor de edad al momento del crimen. Por el Régimen Penal Juvenil lo condenaron al máximo establecido por la ley en orden al delito que le imputaron mediante un juicio abreviado. Es Neri Chaparro, quien tenía 17 años al momento del crimen.
Pero ahora tiene la oportunidad de enfrentarse con el otro acusado del crimen, Rolando Enrique Olivera, conocido en el barrio como ‘Coco’, quien al momento de gatillar tenía 19 años. El juicio será el próximo 31 de mayo, 2 y 4 de junio en los Tribunales de San Martín.
El sujeto enfrenta cargos por los delitos de robo agravado por el uso de arma de fuego apta para el disparo en grado de tentativa en concurso real con homicidio «criminis causae» agravado por el uso de arma de fuego, ambos agravados por la participación de un menor de 18 años de edad. El intento de robo que se describe es porque los asesinos no se llevaron nada.
“Quiero que le den perpetua, no otra cosa. Que no salga nunca más. Nosotros hasta nos tuvimos que mudar, no podemos soportar estar en esa casa. Encima era gente del barrio, que los conocían todos. Paraban siempre sobre la calle Mendoza y Buenos Aires, salieron a buscar qué robar y se encontraron con Pablo y no le dieron revancha”, reflexiona.
Su marido era gasista matriculado y plomero. “No tenía problemas con nadie”, lo evoca Nora. Desde un primer momento ella salió a trabajar para sostener a su familia y para intentar salir adelante emocionalmente.