Ponerse la ropa, los cascos, las botas, atravesar caminos con serias dificultades, convivir con el ensordecedor ruido de las sirenas de los autobombas, con la desesperación de una víctima, con la necesidad de entrar en acción sin saber lo que pasó, o sabiendo que se puede venir una tragedia peor si no se actúa a tiempo. Dejar correr el cuerpo apenas sujeto de un arnés, atravesar pasadizos que no se sabe bien a dónde conducen, contar con la indispensable colaboración de un perro que se transforma en aliado. Pero, sobre todo, aferrarse a la vocación y al aprendizaje recibido.
En varios de esos conceptos se puede sintetizar lo que vivieron grandes y chicos que ayer pasaron por la jornada ‘Bombero por un Día’, que realizaron los servidores públicos voluntarios de Hurlingham. Una gran cantidad de familias se acercaron al enorme predio donde funciona el Cuartel Tercero de Willams Morris para experimentar lo que representa ponerse ese traje y salir a enfrentar lo que se venga.
Separados por grandes espacios, el terreno fue dispuesto mediante diferentes estaciones para representar varias de las acciones cotidianas que son habituales para esos trabajadores. Según confió a Primer Plano Online Gustavo Martín Calveiro, jefe de los Bomberos de Hurlingham, la intención es que los vecinos conozcan las herramientas con las que cuentan y que los chicos las puedan disfrutar como si fueran un juego. Y divertirse, mucho por cierto.

De hecho, en cada posta nenas y nenes podían vestirse como un verdadero bombero y pasar algunos obstáculos, acompañados siempre por algún servidor público o por los cadetes, que están en camino de ser uno más de los 114 integrantes que tiene el cuartel. La división de canes, que están preparados para las situaciones más difíciles, también fue parte de la jornada y, en esa estación, chicas y chicos podían llevarlos a hacer un recorrido dirigido por los propios instructores. En realidad no estaba claro quién llevaba a quién, porque la docilidad de los perros es realmente asombrosa.

Para los adultos también hubo actividades. Por ejemplo, la participación en el sector de lanchas y observar los diferentes elementos que utilizan los buzos tácticos a la hora de concretar salvatajes y búsqueda. En otro sector se montó un gazebo en el que se dictaron cursos de reanimación cardiopulmonar (RCP) tanto en adultos como en bebes. “Tenemos la intención de que la gente conozca cómo hacemos nuestro trabajo, qué herramientas utilizamos, y damos clases de seguridad en el hogar, como qué hacer en caso de que se prenda fuego un sartén y cómo actuar”, destacó Calveiro en conversación con este medio.
Sin dudas, el lugar más buscado por los chicos era el espacio donde funcionaba una tirolesa. Montado sobre una tarima, niños y niñas subían y, una vez que eran enganchados con arneses, eran tirados desde sogas por los cadetes hasta llegar a tierra. Entusiastas, muchos de ellos volvían a hacer la fila para poder subir nuevamente lejos de celulares, tablets y otras herramientas tecnológicas. Ellos querían ser ‘Bombero por un Día’. Y lo consiguieron.