Es un delito que provocó indignación barrial pero que, en la escala penal, prácticamente no tiene condena alguna. Sí desde el punto de vista social, porque la gente hizo sentir el rigor y el acusado se tuvo que alejar de su vivienda por el rechazo que provocó su presencia.
Se trata de la muerte de cuatro gatos tras haber sido envenenados por un vecino que reconoció lo que hizo durante un allanamiento en el domicilio que ocupaba, sobre la calle Arriola al 2300 del barrio Iparraguirre en Ituzaingó. Primero, cuando llegó la Policía a su casa arrojó pedazos de carne picada hacia el techo, con la finalidad de borrar evidencias.
La denuncia inicial sobre el caso fue realizada por la dueña de los felinos el pasado 31 de marzo. Tal cual su descripción, hacía cuatro años que tenía a los gatos y jamás habían tenido un problema de salud. Pero en pocas horas todos aparecieron en su casa descompensados y sin poder mantenerse erguidos. “Los atendieron por veterinaria y fallecieron en cuestión de horas”, detalló una fuente de la investigación consultada por Primer Plano Online.
La familia propietaria de las mascotas descubrió que en una finca ubicada frente a la suya había restos de carne parcialmente comidos sobre la vereda. Eso fue lo que motivó la presentación judicial y el pedido de que se investigue si habían sido envenenados. Cuando personal de la comisaría 1ª de Ituzaingó y de la Policía Científica se presentó en la vivienda el hombre confesó que los animales “me tenían cansado”, aunque ese testimonio no tiene validez jurídica porque no fue realizado en sede judicial.
Durante el procedimiento, solicitado por la fiscal María Alejandra Bonini, de la Fiscalía Descentralizada Nº 2 de Ituzaingó, los investigadores pudieron secuestrar de la casa del acusado restos de carne fresca con veneno en su interior. Se calcula que la sustancia que tenía colocada es etilglenicol, que según la dosis consumida es lo que provocó las fallas renales en los animales.
“Estaba en un frasco esa sustancia, que es sumamente toxica sin olor y de sabor dulce por eso la comieron. Ahora esperamos los resultados de las pericias para determinar con exactitud si es lo que consumieron los felinos muertos”, detalló un investigador.
Las fuentes confirmaron que el imputado es Osvaldo Pierri, quien desde minutos después del allanamiento desapareció del barrio. Es que el vecindario organizó un escrache en la finca, porque al comenzar a circular los motivos de la intervención policial hubo gente que se indignó y otras personas que sufrieron la muerte de sus mascotas de modo repentino y ahora le echan la culpa al envenenador.
De todos modos, en caso de ser procesado, la pena para con Pierri será mínima, ni un día de cárcel. Según la Ley 14.346, conocida como Ley Sarmiento, será reprimido con prisión de quince días a un año el que infligiere malos tratos o hiciere víctima de actos de crueldad a los animales. De lo que este hombre no podrá escapar es de la condena social.