“Me acusaron de presunta estafa al gobierno de la Ciudad Autónoma por la compra de cinco millones de barbijos. Quise devolver la plata y no me dejaron. Ensuciaron mi nombre, me impidieron acompañar a mi esposa en el embarazo de mi segundo hijo y ahora me dicen que no hay pruebas con las que acusarme porque simplemente no hubo delito. ¿Te imaginás el odio que tengo?”.
Damián Nevi está recién ahora saliendo de un escándalo judicial que lo enchastró desde hace casi tres años, en coincidencia con la llegada de la pandemia de Covid-19 a la Argentina. Le allanaron su casa en plena etapa de gestación, se lo llevaron esposado y estuvo privado de su libertad durante un año, la mitad en una alcaidía porteña y luego en el domicilio de la calle De los Españoles al 4.100, en Pontevedra, con tobillera electrónica.
Lo verdaderamente insólito del proceso en su contra es que fue acusado de cobrar un adelanto de 60 millones 500 mil pesos para traer al país barbijos, cosa que no pudo concretar, y ofreció devolverlos, pero el Banco Credicoop se lo impidió. ¿Por qué no pudo cumplir con la entrega de los productos en tiempo y forma? Por el “clima caótico” de importaciones de ese tiempo, en donde hasta se suspendieron los vuelos internacionales.
Nevi, en rigor, fue convocado para la realización de una operatoria (compra directa) de la que se había hecho adjudicatario Leonardo Morbelli, titular de la empresa E-Zay. Esa firma es la que lo subcontrató para hacer un negocio que parecía redondo. En esa operación también intervinieron Paula Edith Fernández y María Elena Canali pero como intermediarias, es decir, una actividad conocida en el ambiente como brokers. La licitación fue del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aire y el escándalo pegó de lleno en la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, que echó a dos funcionarios.
En aquel entonces Nevi le había contado a Primer Plano Online lo siguiente. “Yo vendí un barbijo a $30 más IVA, un producto cuyo costo para mí era de $24,55. Le estaba ganando al barbijo $1,45, porque las dos intermediarias (Fernández y Canali) le ganaban $2 cada una. Mientras, Leonardo Morbelli (el titular de la firma E-Zay) le vendió los barbijos a $68 al Gobierno de la Ciudad. ¿Y yo soy el estafador?”, se preguntó el empresario.
Ahora, con el correr del tiempo y luego de recibir la propuesta de cerrar todo mediante un juicio abreviado y recibir una pena de ejecución condicional, Nevi afirma que cuando esos barbijos que él compró llegaron a Ezeiza, apareció un colega suyo de Rosario que puso más plata y se los quedó. “Era muy común en ese momento que la oferta y el pago en efectivo hacían la diferencia”, se sinceró.
Nevi cuenta que en ese instante en que aterrizó el avión se enteró que los barbijos iban a ser para la Ciudad Autónoma, que él prefirió no avanzar con el negocio y ofreció devolver el dinero. “Pero el banco no autorizó la transferencia”, precisó. ¿Por qué se negó a continuar la operación al enterarse que era para el gobierno porteño? “Me convenía mucho más si era para Salta, porque yo tenía contactos con Bolivia y me convenía mucho más ingresar los barbijos de China a Bolivia e ingresarlos por la frontera”, describió.
“Yo no hago beneficencia, soy empresario”, indicó Nevi, y agregó que Morbelli (quien lo había subcontratado para traer los insumos médicos) recibió como adelanto 180 millones de pesos de la administración porteña, y a él le llegó una tercera parte. “Cuando le mandé el comprobante de que el banco no me dejaba transferirle el dinero a modo de devolución él (por Morbelli) creyó que lo estaba estafando”, subrayó.
El caso derivó en dos renuncias dentro de la gestión de Horacio Rodríguez Larreta. Se trata de Nicolás Montovio, que se encontraba a cargo de la Subsecretaría de Administración del Sistema de Salud, y Gonzalo Robredo, quien presidía el Ente de Turismo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El primero estuvo involucrado en la compra directa de 15.000 barbijos a $3.000 cada uno realizada el 5 de abril a la compañía Green Salud; el segundo por la contratación de un hotel para alojar a pacientes con coronavirus.
Pero en el caso de Nevi hubo también otro elemento. El pedido hecho a él por las intermediarias era de barbijos similares a los que traía del país asiático (tricapa con elástico), pero en la orden de compra emanada por el gobierno porteño decía que la compra era de mascarillas marca Dimex de cuatro tiras. “Como no se podía cumplir también eché la operación para atrás”, se sinceró en conversación con este medio. Algo similar le ocurrió con los respiradores, otra importación que le encomendaron y que también terminó mal.
Con todo, y luego de un larguísimo proceso, el fiscal Maximiliano Vence decidió archivar la causa contra todos los implicados, incluido Nevi. Su segundo hijo nació el 11 de noviembre de 2020, y días antes había regresado su papá a casa. “Como en un capítulo de Los Simpson, si yo tuviera que elegir entre cobrar una indemnización o pegarle una patada en la ingle a quien me hizo pasar por esto elijo la segunda opción”, espetó el empresario merlense, quien también anticipó que denunciará al fiscal por “ocultar pruebas en la causa”.
Nevi le contó a Primer Plano Online que, en este trayecto, se le cerraron varias puertas para hacer negocios, ya no cuenta con crédito y hasta tuvo que trabajar con su coche particular como Uber. “Estoy esperando la resolución judicial para que me devuelvan el dinero que me sacaron de la cuenta y ver cómo sigo adelante. Y mi objetivo es que se acaba cuanto antes la parte judicial, que quede limpio mi nombre y poder empezar de nuevo”, concluyó.