Se hizo justicia. Los asesinos de Alejo Ipuche fueron condenados por el Tribunal Oral Criminal Nº 5 de Morón, que cotejó las evidencias reunidas en la investigación del caso y tomó las confesiones de los dos sujetos que estuvieron sentados en el banquillo de los acusados.
“Lo que quería es que estén presos”, señaló entre lágrimas Alejandra Rombiola, la mamá de la víctima fatal a Primer Plano Online, único medio presente en la lectura del veredicto, que fue seguido de manera presencial por familiares del joven asesinado el 2 de enero de 2020 cuando intentaron robarle la moto en la intersección de Rivadavia y Directorio, en San Antonio de Padua, partido de Merlo.
En concreto, los jueces Marcos Lisa, Rodolfo Castañares y la jueza Julia de la Llana condenaron a Ignacio Nardi Pons a la pena de reclusión perpetua por hallarlo coautor y autor penalmente responsable de los delitos de robo agravado por el uso de arma de fuego en grado de tentativa, portación ilegal de arma de guerra y homicidio criminis causa cometido por el uso de arma de fuego.
Asimismo, a su cómplice, Gonzalo Aquino, la pena aplicada es de 15 años de cárcel por los delitos de robo agravado por el uso de arma de fuego con homicidio resultante. En ambos casos ya están cumpliendo sus respectivas condenas, debido a que están presos el primero desde poco después del crimen y el segundo desde junio de 2020, cuando fue arrestado en un tambo de la localidad de Verónica, en el partido de Punta Indio, en donde se escondía con protección familiar, tal como se ventiló en el juicio.
“A mi hijo no me lo devuelven más”, fue otra de las frases de una conmovida Rombiola poco después de escuchar la lectura. En el mismo veredicto el tribunal dictó las absoluciones de Facundo Barbieri y Marcos Ríos, quienes también estuvieron imputados en la causa y en otra paralela, por un escruche a una vivienda en Ramos Mejía.
A Ipuche lo asesinaron en el intento del robo de su moto. Como quedó demostrado, los criminales -ahora condenados- lo interceptaron mientras el muchacho se dirigía a la casa de una amiga tras visitar a su mamá en la casa de Ituzaingó y los atacantes se cruzaron en su trayecto.

Era la 1.42 de aquel 2 de enero cuando en Rivadavia, casi esquina Directorio, los dos motochorros se acercaron a él y le hicieron un ademan con un arma en la mano. Alejo se corrió hacia un costado, frenó de golpe y tiró su moto al suelo. Luego se alejó unos pasos y en las imágenes captadas por cámaras de seguridad se lo ve caer, pese a que nunca opuso resistencia. La autopsia determinó que le pegaron dos balazos que le quitaron la vida prácticamente en el acto.
El acompañante se bajó de su rodado, intentó llevarse la moto de la víctima pero como no arrancó la dejó caer nuevamente. Ahí es cuando se acercó un patrullero al que le disparan para escapar. Y se inició una persecución en la que los terminaron perdiendo. Sin bien los rostros de ambos nunca pudieron verse, la reconstrucción realizada por un operador del Centro de Monitoreo de Merlo fue clave para llegar hasta ellos. Y ahora a una condena.
El debate fue seguido de manera presencial por familiares de otras víctimas. Por caso asistieron a diario Beatriz Flores, mamá de Nadia Arrieta (asesinada en Villa Tesei); Claudio Rodríguez, papá de Zaira (quien fue ultimada por motochorros en Villa Ballester); Trinidad Chávez, mamá de Germán Chávez Torrez (el cajero asesinado en el Banco Nación de Isidro Casanova); y Gladys Lemhofer, tía de Lucas (víctima fatal de un siniestro vial en La Matanza).
