En el marco del Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV), que se conmemora este martes 29 de octubre, se conocieron hoy los resultados de un relevamiento reciente de la encuestadora Voices que mostró, entre muchas otras conclusiones, que 7 de cada 10 argentinos no saben qué hacer frente a esa patología.
Al consultar si sabrían cómo proceder si alguien a su alrededor estuviese sufriendo un ACV, el 32% indicó tener conocimiento sobre cómo actuar, mientras que un 39% manifestó no saber qué hacer frente a este evento y un 29% indicó no estar seguro.
En la investigación, denominada ‘Los argentinos y los accidentes cerebrovasculares (ACV)’, participaron 814 personas de ambos sexos de entre 16 y 65 años de CABA y GBA, Córdoba, Gran Córdoba, Rosario, Gran Rosario, San Miguel de Tucumán, Gran SM de Tucumán, Mendoza y Gran Mendoza durante agosto y septiembre de 2024.
El trabajo contó con el apoyo de compañía biofarmacéutica Boehringer Ingelheim, y fue llevado a cabo como parte de la campaña ‘Actúa con Velocidad’, que tiene como objetivo mejorar el reconocimiento de los principales síntomas de ACV en la comunidad, para que esté alerta y actúe llamando al servicio de emergencias de inmediato. Asimismo, generar conciencia sobre los factores de riesgo y la prevención.
Las primeras cuatro horas y media, claves para la asistencia del paciente
“Los resultados del relevamiento coinciden con lo que vemos habitualmente en nuestra práctica clínica. La gente no sabe cómo reaccionar. En ocasiones, los pacientes inclusive prefieren esperar a que se les pasen los síntomas y la realidad indica todo lo contrario: cuanto antes el individuo llegue a un centro hospitalario preparado para abordar el ACV, mayores serán las chances de tratar exitosamente el cuadro para evitar que deje secuelas o minimizar esas consecuencias”, reflexionó Pablo Ioli, médico neurólogo y vicepresidente de la Sociedad Neurológica Argentina.
“Las primeras 4 horas y media desde el comienzo de los síntomas son cruciales. Por eso es vital identificar rápidamente los síntomas y contactar a un servicio de emergencias que, a su vez, pueda detectar el ACV, determinar la hora de inicio y notificar a un centro que esté preparado para recibir al paciente”, agregó.
Llamativamente, el relevamiento mostró que el ACV no es una circunstancia ajena a nuestra población: el 64% reconoció que, aunque no padeció un episodio, conoce a alguien cercano que sí lo presentó, e inclusive un 4% declaró haber tenido un ACV. 8 de cada 10 encuestados manifestaron preocupación por sufrir un evento de estas características y la preocupación era muy significativa en la mitad de los participantes.
Otro aspecto interesante que se destaca del trabajo es que, si bien la enorme mayoría estuvo de acuerdo en que cada minuto cuenta para evitar secuelas permanentes, las opiniones se encontraron divididas con relación a los centros de salud a los cuales acudir. Mientras que 4 de cada 10 consideran que cualquier centro puede atender un ACV, la misma proporción piensa lo contrario. Y solo un 16% se manifestó en desacuerdo absoluto con que cualquier centro de salud pueda recibir y tratar debidamente a un paciente con esta sintomatología.
Factores de riesgo que pueden derivar en un ACV
“Cualquier centro de salud es mejor que quedarse en la propia casa o en el trabajo; lo imperativo es llamar a Emergencias para que trasladen al paciente de forma urgente”, sostuvo Virginia Pujol Lereis, médica neuróloga y subjefa del Servicio de Neurología Vascular de FLENI.
El relevamiento reflejó también que 4 de cada 10 participantes desconocían la importancia de que el paciente reciba atención médica dentro de las primeras 4 horas y media desde el comienzo de los síntomas; valor que aumenta a 5 de cada 10 en los grupos que no tenían algún conocido que hubiese sufrido un ACV.
Para Pujol Lereis, el abordaje temprano es “crucial”. “Tenemos que insistir en que se pueda actuar sobre el episodio lo más tempranamente posible. Las 4 horas y media son un máximo reconocido internacionalmente, pero cuanto antes mejor. Diferentes trabajos muestran el enorme beneficio de actuar de inmediato, ya sea para destapar la arteria ocluida que está produciendo el infarto cerebral, en el caso del ACV isquémico, o detener el sangrado en los ACV hemorrágicos”, precisó.
Entre los principales síntomas -de aparición repentina- que podrían estar indicando la presencia de un ACV, se describen entumecimiento o debilidad de la cara, el brazo o la pierna, especialmente de un lado del cuerpo; confusión, dificultad para hablar o dificultad para entender el habla; dificultad para ver en uno o ambos ojos; dificultad para caminar, mareo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación; y dolor de cabeza fuerte y sin causa aparente.
Ante la pregunta sobre cómo reducir el riesgo, espontáneamente el 42% mencionó mantener una alimentación equilibrada y un tercio hacer ejercicio físico en forma regular. En menor medida se señalaron los chequeos médicos (2 de cada 10) y solo 1 de cada 10 refirió no consumir alcohol, tabaco, drogas y/o evitar el estrés. 1 de cada 3 (35%) afirmó que no puede hacerse nada para evitarlo (9%) o que no conoce acciones para prevenirlo (27%).
“Este es otro bache importante y nos genera el desafío de crear conciencia en la población: es alarmante que los controles médicos estén desvalorizados, así como que el 35% crea que no se puede hacer nada o desconozca las conductas saludables que pueden ayudar a su prevención”, consignó Pujol Lereis.
“Controlar factores de riesgo como hipertensión, colesterol elevado, sobrepeso y obesidad, sedentarismo, diabetes, estrés y tabaquismo, entre otros, es el pilar de la prevención de las enfermedades cardiovasculares y del ACV. Para dar una idea del impacto de los factores de riesgo cerebrovascular, podemos decir que si se erradicaran -al menos como estimación teórica-, podría evitarse hasta el 80% de los ACV”, concluyeron los especialistas.